1 Samuel 16

III. SAÚL Y DAVID

Unción de David

1Dijo Yahvé a Samuel: “¿Hasta cuándo estarás llorando por Saúl, habiéndole Yo desechado para que no sea rey sobre Israel? Llena tu cuerno de óleo y anda; pues te enviaré a Isaí betlehemita; porque entre sus hijos he visto un rey para Mí.” 2Respondió Samuel: “¿Cómo podré ir? Lo sabrá Saúl y me matará.” Dijo Yahvé: “Llevarás contigo una ternera, y dirás: He venido para ofrecer un sacrificio a Yahvé. 3E invitarás a Isaí al sacrificio, y Yo te haré saber lo que has de hacer. Me ungirás al que Yo te indique.” 4
4. La conducta de los habitantes de Belén se explica fácilmente por el miedo que tenían después de los acontecimientos narrados en el capítulo que antecede.
Hizo Samuel lo que Yahvé le había dicho y fue a Betlehem. Le salieron al encuentro los ancianos de la ciudad y le preguntaron asustados: “¿Es tu venida para paz?”
5Él contestó: “Para paz; he venido a ofrecer sacrificio a Yahvé. Santificaos y venid conmigo al sacrificio.” Santificó también a Isaí con sus hijos y los invitó al sacrificio.

6Cuando llegaron, y (Samuel) vio a Eliab, se dijo: “Seguramente se halla delante de Yahvé su ungido.” 7
7. El hombre ve el exterior, etc. “Admirable observación, y contraste cortante entre lo natural y lo sobrenatural, el exterior y el interior” (Fillion). Hay que desconfiar del aspecto exterior, que engaña. En 9, 2 vimos que Saúl descollaba en esto. Cf. Proverbios 31, 30. También Jesús nos enseña a no juzgar por las apariencias (Juan 7, 24; 8, 15). Véase Salmo 7, 10. “Yo soy juez y testigo, dice el Señor” (Jeremías 29, 23). “¿Quién eres tú para juzgar al que es siervo de otro? Si se mantiene firme o si cae, esto pertenece a su amo” (Romanos 14, 4), y el Amo de todos es Dios.
Pero Yahvé dijo a Samuel: “No mires a su exterior ni a su elevada estatura: porque Yo lo rechazo, pues (Dios) no ve como el hombre. El hombre ve el exterior, mas Yahvé ve el corazón.”
8Entonces llamó Isaí a Abinadab, y le hizo pasar ante Samuel, el cual dijo: “Tampoco a este ha escogido Yahvé.” 9Hizo Isaí pasar a Sammá; mas Samuel dijo: “A este tampoco ha escogido Yahvé.” 10Isaí hizo así pasar a siete de sus hijos ante Samuel; mas Samuel dijo a Isaí: “A ninguno de estos ha escogido Yahvé.”

11
11. ¡El más pequeño! También se dice esto de Gedeón (Jueces 6, 15). Hay aquí un hondo sentido espiritual. “Porque fui pequeña agradé al Altísimo”, dice la Iglesia en la Liturgia de María Santísima. Por eso Dios “hizo en ella grandes cosas”, como reza el Magnificat. Ser pequeño, o sea, pobre de espíritu delante de Dios (Mateo 5, 3) fue el gran título que tuvo David para ser el amado y predilecto de Dios (Mateo 18, 3). Ese pequeño en quien nadie pensaba, fue el rey más grande del Antiguo Testamento. Y se dice que estaba apacentando las ovejas, porque fue figura de Cristo el Buen Pastor (II Reyes 7, 8; Salmo 77, 70).
Luego preguntó Samuel a Isaí: “¿Son estos todos los jóvenes?” Respondió: “Aún queda el más pequeño, y he aquí que está apacentando las ovejas.” Entonces dijo Samuel a Isaí: “Manda a traerlo; pues no nos pondremos a la mesa hasta que él venga aquí.”
12Mandó, pues, y lo hizo venir. Era rubio, de hermosos ojos y de lindo aspecto. Y dijo Yahvé: “¡Levántate y úngelo; porque este es!” 13
13. Los hermanos no comprenden la significación de la unción, estando enterados del significado de ella solamente Samuel y David. Este se volvió a sus ovejas, pero el Espíritu del Señor quedó en él y no más en Saúl, cosa que tenemos que tener muy en cuenta al juzgar a David.
Tomó, pues, Samuel el cuerno de óleo y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante vino el Espíritu de Yahvé sobre David. Y Samuel se levantó y fue a Ramá.

David en la corte de Saúl

14
14. El espíritu malo fue, en sentido de los Santos Padres, un demonio que, habiendo tomado posesión de Saúl lo atormentaba. El rey comenzó a sufrir accesos de melancolía, locura y desesperación, que, como se colige del versículo 23; cesaban cuando David tocaba el instrumento músico que tenía a mano. Era un “kinnor”, que quiere decir cítara (no arpa). Cf. Jueces 9, 23 y nota; III Reyes 22, 20 ss.
El Espíritu de Yahvé se había retirado de Saúl, y le aterraba un espíritu malo mandado por Yahvé.
15Entonces los siervos de Saúl le dijeron: “He aquí que te aterra un mal espíritu de Dios. 16Mande nuestro Señor; pues tus siervos están a tu disposición y buscarán un hombre que sepa tañer la cítara; y cuando el mal espíritu de Dios venga sobre él, la tocará con su mano y tú sentirás alivio.” 17Y dijo Saúl a sus siervos: “Buscadme un hombre que toque bien, y traédmelo.”

18
18. De Betlehem, lo mismo que Jesús que será su descendiente.
Entonces tomó uno de los criados la palabra y dijo: “He aquí que yo he visto a un hijo de Isaí de Betlehem, que sabe tañer, hombre fortísimo y valiente, prudente en el hablar y de gallarda presencia, y Yahvé está con él.”
19Tras esto Saúl envió mensajeros a Isaí para decirle: “Envíame tu hijo David, que está con las ovejas.”

20Tomó, pues, Isaí un asno y pan, un odre de vino y un cabrito, y se los envió a Saúl por mano de su hijo David. 21Llegó David a Saúl y se presentó delante de él; el cual le cobró mucho cariño y David vino a ser su escudero. 22Y envió Saúl a decir a Isaí: “Te ruego, se quede David a mi servicio, porque ha hallado gracia a mis ojos.” 23Y siempre que el espíritu de Dios venía sobre Saúl, tomaba David la cítara y tañía con su mano; y Saúl se calmaba y se sentía bien, y el espíritu malo se apartaba de él.
Copyright information for SpaPlatense