Jeremiah 37

Consulta del rey Sedecías

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1. Sobre Sedecías véase 36, 30 y nota; IV Reyes 24, 17; II Paralipómenos 36, 10. De él dice el autor sagrado: “Hizo el mal delante de los ojos de Yahvé, su Dios, y no respetó a Jeremías, profeta, que le hablaba de parte de Yahvé. Se rebeló asimismo contra Nabucodonosor, el cual le había hecho prestar juramento en el nombre de Dios, y endureció su cerviz y su corazón para no convertirse a Yahvé, el Dios de Israel.” (II Paralipómenos 36, 12 s.)
En lugar de Jeconías, hijo de Joakim, subió al trono Sedecías, al cual Nabucodonosor, rey de Babilonia, había constituido rey en la tierra de Judá.
2Mas ni él, ni sus servidores, ni el pueblo del país escucharon las palabras que Yahvé había pronunciado por boca del profeta Jeremías. 3Y envió el rey Sedecías a Jucal, hijo de Selemías, y a Sofonías, hijo de Maasías, sacerdote, a decir al profeta Jeremías: “Ruega por nosotros a Yahvé, nuestro Dios.” 4Jeremías andaba todavía libremente entre el pueblo, pues aún no le habían encarcelado. 5
5. El Faraón Hofra (Efree) de Egipto vino con un ejército a socorrer a Jerusalén, pero se retiró pronto y los caldeos pudieron reanudar el sitio de la ciudad.
Entretanto, había salido de Egipto el ejército del Faraón; y los caldeos que sitiaban a Jerusalén, al oír esto, se habían retirado de Jerusalén.
6Entonces llegó al profeta Jeremías esta palabra de Yahvé: 7“Así dice Yahvé, el Dios de Israel: Esto diréis al rey de Judá que os envió a Mí para consultarme: He aquí que el ejército del Faraón, que ha salido para socorreros, volverá a su país, a Egipto. 8Y vendrán de nuevo los caldeos y combatirán a esta ciudad, la tomarán y le pegarán fuego. 9Así dice Yahvé: No os hagáis ilusiones, diciendo: «Los caldeos se retirarán definitivamente de nosotros»; porque no se retirarán. 10Pues aun cuando derrotaseis todo el ejército de los caldeos que lucha contra vosotros, y no quedasen entre ellos sino algunos heridos, esos se levantarían cada uno en su tienda y prenderían fuego a esta ciudad.

Jeremías en la cárcel

11Cuando se retiró el ejército de los caldeos de Jerusalén, a causa del ejército del Faraón, 12
12. Probablemente a Anatot, su ciudad natal, que se encontraba en el territorio de Benjamín, al norte de Jerusalén (cf. 1, 1; 11, 21). Bover-Cantera cree que lo que Jeremías quería, era hacer provisiones para el nuevo sitio que preveía.
salió Jeremías de Jerusalén para ir a tierra de Benjamín, a retirar de allí una herencia que tenía en medio de su pueblo.
13Pero cuando llegó a la puerta de Benjamín, allí el capitán de la guardia, que se llamaba Jerías, hijo de Selemías, hijo de Hananías, lo detuvo, diciendo: “Tú intentas pasarte a los caldeos.” 14
14 s. También en esto es Jeremías figura de Jesucristo. Acusado falsamente responde con toda mansedumbre, lo cual no impide que lo prendan y lo sometan a la flagelación. Véase 11, 19; 18, 18; 26, 12 ss. y notas.
“Es falso, respondió Jeremías; no intento pasarme a los caldeos.” Mas Jerías no le escuchó, sino que prendió a Jeremías y le condujo a los jefes,
15los cuales, irritados contra Jeremías, le hicieron azotar y le metieron en la cárcel, en la casa de Jonatán, secretario; pues allí habían instalado una cárcel.

El rey saca a Jeremías del calabozo

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16. La casa de la mazmorra (Vulgata: la casa del lago) tal vez una cisterna, muy húmeda y malsana (cf. versículo 20), como la mencionada en 38, 6.
Entró Jeremías en la casa de la mazmorra y en las bóvedas, y cuando había permanecido allí mucho tiempo,
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17. Secretamente, por miedo al pueblo y a los príncipes. ¡Qué pobre figura de monarca, ese último rey de Judá! En vez de gobernar, es gobernado por las masas. Cf. 38, 5 y 24 ss.
envió el rey Sedecías a sacarle; y le preguntó el rey secretamente en su casa, diciendo: “¿Hay alguna palabra de parte de Yahvé?” “Sí, la hay”, respondió Jeremías. “Tú serás entregado en poder del rey de Babilonia.”
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18. Véase 32, 3 s.; 34, 2 s.; 38, 17 s.
Y dijo Jeremías al rey Sedecías: “¿En qué he pecado contra ti, contra tus servidores y contra este pueblo, para que me hayáis metido en la cárcel?
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19. ¿Dónde están vuestros profetas? Nótese cómo los oráculos mentirosos de los falsos profetas han afianzado la autoridad de Jeremías.
¿Y dónde están vuestros profetas que os profetizaban, diciendo: «El rey de Babilonia no vendrá contra vosotros, ni contra este país»?
Óyeme ahora, oh rey, señor mío; y acoge propicio mi súplica. No me vuelvas a la casa de Jonatán, secretario; sería mi muerte.”

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21. La conducta del rey, por humana que aparezca es, como la de Pilatos, falta de toda rectitud. Por un lado llama al profeta a su casa para oír una palabra de Dios (versículo 17), por el otro, manda confinarlo en el atrio de la cárcel. Cada día un pan: La Vulgata agrega: además de la vianda.
Entonces mandó el rey Sedecías que guardasen a Jeremías en el patio de la cárcel, y que se le diese cada día un pan, de la calle de los panaderos, mientras hubiese pan en la ciudad. Así quedó Jeremías en el patio de la cárcel.
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