Psalms 117

Júbilo y acción de gracias por la salvación

1
1. Vemos en Esdras 3, 11 que al echarse los cimientos del segundo Templo, después del cautiverio de Babilonia, “se presentaron los sacerdotes vestidos de sus ornamentos, con las trompetas, y los levitas hijos de Asaf con los címbalos, para cantar las alabanzas de Dios con Salmos de David rey de Israel”, repitiendo las palabras con que empieza y termina este himno litúrgico de gratitud. No estando aún construido el Templo, se deduce que las puertas de que hablan los versículos 19 y 20 tienen en boca del salmista un sentido profético más extenso, el cual se confirma en las citas de los versículos 22 s. y 26, hechas por el mismo Jesucristo y los apóstoles. Se trata, como en el Salmo 101, del misterio del Mesías Salvador y gloria de Israel (Lucas 2, 32; Isaías 61, 1-11). Calès señala en esto, más aún que un sentido típico, “un sentido literal implícito y eminente, en tanto que la aplicación del día del Señor (versículo 24) a las alegrías pascuales solo pertenece indudablemente a la acomodación litúrgica”.
¡Hallelú Yah!
Alabad a Yahvé porque es bueno,
porque su misericordia
permanece para siempre.
2
2 ss. Expresiones usadas en el Salmo 113B, 9-11, denunciando un autor común. Cf. Salmo 106, 2-3 y nota. Diga ahora: Esto es, ahora que el misterio de la misericordia se ha revelado plenamente a Israel (cf. Isaías 59, 20; Romanos 11, 26; Hebreos 8, 8 ss., etc.). La casa de Aarón: Por el cumplimiento de sus promesas a él y a su hijo Eleazar y a sus descendientes (Éxodo 40, 12 s.; Eclesiástico 45, 8 y 19), como Fineés (Números 25, 11-13; Eclesiástico 45, 30; cf. Salmo 105, 30 s.) y Sadoc (Ezequiel 44, 15 y nota). Cf. Jeremías 33, 19-22.
Diga ahora la casa de Israel:
“Su misericordia permanece para siempre.”
3Diga la casa de Aarón:
“Su misericordia permanece para siempre.”
4Digan los que temen a Yahvé:
“Su misericordia permanece para siempre.”
5
5. Me sacó a la anchura: Así también Desnoyers, Calès, etc. (cf. Salmo 17, 20). Como observa el nuevo Salterio Romano, habla aquí Israel (cf. versículo 10) lo mismo que en Salmo 101, 1 ss. (cf. notas). Esto y la gran derrota de las naciones enemigas (versículos 10 ss.), así como la justificación del pueblo (versículos 15 ss.), muestran que se trata aquí de una prosperidad que nunca existió al retorno de Babilonia (cf. Salmo 84, 1 y nota) y que solo se ve en los Salmos y profecías mesiánicas. Cf. Salmo 106, 3; Isaías 60, 10 ss.; Jeremías 3, 17 ss.; 30, 3; 31, 31 ss.; Ezequiel 37, 23; 39, 25 ss.; Joel 3, 1 ss.
En la estrechez invoqué a Yah;
y Yah me escuchó
y me sacó a la anchura.
6
6 ss. Nueva y preciosa lección de confianza, dada como fruto de la experiencia secular de Israel (cf. Jeremías 17, 5; Romanos 8, 31; Salmos 91, 6; 93, 11; 115, 2 y notas). San Pablo, escribiendo a los judíos, cita el versículo 6 (Hebreos 13, 6).
Yahvé está en mi favor, nada temo.
¿Qué podrá hacerme el hombre?
7Yahvé, mi auxiliador, está conmigo
y miraré (confundidos) a mis enemigos.
8Mejor es acogerse a Yahvé
que confiar en el hombre.
9Mejor es acogerse a Yahvé
que confiar en príncipes.
10
10 ss. Todas las naciones. Esto, y la gran venganza tomada de ellas en nombre de Dios, muestra que el autor no habla de Babilonia, pues Ciro permitió espontáneamente la salida de los judíos (Esdras 1, 1 ss.); ni menos de los samaritanos que pretendían impedir la reconstrucción del Templo (Esdras capítulos 4-6; Nehemías 6, 16). Las hice pedazos . Otros vierten: las mutilé. El texto dice literalmente: los circuncidé y lo mismo en los versículos 11 y 12. Abejas y fuego de espinas (versículo 12): Vivísimas imágenes del furor de los enemigos de Israel, que Dios desbaratará terriblemente.
Todas las naciones me habían cercado;
en el Nombre de Yahvé las hice pedazos.
11Me envolvieron por todas partes;
en el Nombre de Yahvé las hice pedazos.
12Me rodeaban como abejas,
ardían como fuego de espinas;
en el Nombre de Yahvé las hice pedazos.
13
13 s. Cf. Isaías 41, 11 ss.; Ezequiel 38, 17-23; Joel 3, 9-21, etc. A punto de caer: Cf. versículo 18; Salmo 65, 9 y 20; Romanos 11, 11. Mi Salvador es Él (versículo 14): Confesión que recuerda Éxodo 15, 2 y se repite en versículo 21 (cf. versículo 26; Oseas 3, 5; Zacarías 12, 8-10; Juan 19, 37). “Es todo Israel quien habla, pues es el Israel todo entero que acaba de beneficiar de la salvación” (Dom Funiet).
Empujado, empujado, estuve a punto de caer,
pero Yahvé vino en mi ayuda.
14Mi fuerza y mi valor es Yahvé,
mi Salvador es Él.
15
15 s. De los justos: Se refiere a los israelitas (Callan). No se trata de la parte de los tabernáculos o tiendas sino que son los justos, amigos de Yahvé, quienes se alegran de su triunfo (Fillion, Desnoyers, etc.) y pronuncian el cántico de los versículos 16 ss., que trae afectos visiblemente inspirados en el Cántico de Moisés.
Voz de exultación y de triunfo
en las tiendas de los justos:
“La diestra de Yahvé ha hecho proezas;
16
16 s. Se alzó , como en Éxodo 15, 6 y no: me levantó, como algunos vierten según los LXX. Muy alto: El texto indica exaltación común.
la diestra de Yahvé se alzó muy alto,
la diestra de Yahvé ha hecho proezas.
17No moriré, sino que viviré;
y publicaré las hazañas de Yahvé.
18
18. Literalmente: Castigando me castigó, repetición que es en hebreo un superlativo de intensidad. “Ahora comprenden los israelitas cómo el propósito divino en sus sufrimientos fue su purificación, no su destrucción” (Callan). Cf. Isaías 40, 2; 61, 7; Jeremías 16, 18; 30, 11. Esta verdad, proclamada por Israel y también aplicable a cada hombre, es lo que el adagio popular expresa diciendo que Dios aprieta pero no ahoga (véase Hebreos 12, 1- 8).
Me castigó Yah, me castigó,
pero no me entregó a la muerte.”
19
19 ss. Este pasaje, que suele presentarse dialogado para indicar su uso litúrgico en Israel, tiene su correspondiente en el himno de agradecimiento que según Isaías se cantará en el día en que Yahvé preparará el gran festín en Sión (Isaías 25, 6 ss.). Entonces, proclamando como aquí a Dios Salvador de Israel, y gozándose y alegrándose en tan gran día como aquí en el versículo 24 (Isaías 25, 9, texto hebreo), se dirá también: “Abrid las puertas y entre el pueblo justo, etc.” (Isaías 26, 2). Las puertas de la justicia que viene de Cristo (Romanos 3, 26; cf. 3, 9), y no de la justicia propia que ellos buscaban según la Ley (Romanos 9, 30-33), serán abiertas entonces a los judíos gozosos y arrepentidos, para los cuales Cristo habrá sido piedra de tropiezo (véase el versículo 22), como lo muestra allí San Pablo (Romanos 9, 33) citando a Isaías (cf. Isaías 8, 14; 28, 16; Lucas 20, 18; Hechos 4, 11; I Pedro 2, 6). Sobre esa puerta y camino santo (nombres que se da el mismo Cristo en Juan 10, 9 y 14, 6), cf. Apocalipsis 21, 27; 22, 14; Isaías 35, 8; 62, 10; Salmo 99, 4.
Abridme las puertas de la justicia,
para que entre por ellas
y dé gracias a Yah.
20Esta es la puerta de Yahvé;
entren los justos por ella.
21Te daré gracias porque me escuchaste
y te has hecho mi Salvador.
22
22 s. Véase la nota precedente. “El pueblo de Israel, rechazado y pisoteado por las grandes naciones, está elegido por Dios para que sea piedra angular del reino mesiánico. En sentido más alto aún, Cristo lo dice de sí mismo (Mateo 21, 42-44; Marcos 12, 10; Lucas 20, 17; cf. Hechos 4, 11; Efesios 2, 20 s.; I Pedro 2, 7)” (Salterio Romano). En esa parábola de los malos viñadores, Jesús recuerda a su propio pueblo este pasaje, como un argumento ad hominem, para anunciarles la vocación de los gentiles a causa de la incredulidad de Israel (Romanos 11, 30; Deuteronomio 9, 5; 32, 21 citado por Romanos 10, 19). San Pablo formula sobre esto una grave advertencia también a nosotros los gentiles en Romanos 11, 17 ss. Cf. Isaías 28, 16 y nota.
La piedra que rechazaron los constructores
ha venido a ser la piedra angular.
23Obra de Yahvé es esto,
admirable ante nuestros ojos.
24
24. Este gran día , que en sentido acomodaticio se aplica a la Pascua, como observan los comentadores (cf. versículo 1 y nota), es el día del Señor, glorioso para su pueblo y terrible para sus enemigos (cf. Ezequiel 30, 3 y nota; Isaías 11, 11; 13, 6; Jeremías 46, 10; Sofonías 2, 2 s.; Malaquías 4, 5). Alegrémonos, etc. Es lo que se dice en Isaías 25, 9 (cf. versículo 19 y nota); y en Apocalipsis 19, 7.
Este es el día que hizo Yahvé;
alegrémonos por él y celebrémoslo.
25
25 s. Esta exclamación es en hebreo el Hosanna que el pueblo judío gritó con júbilo el Domingo de Ramos, único día en que fue reconocido el “Cristo Príncipe” (Mateo 21, 9 y nota). Cf. Daniel 9, 25; Jeremías 31, 7. Bendito el que viene (versículo 26): Es la célebre aclamación mesiánica (en hebreo Baruj ha-ba). Véase Juan 11, 25 y nota sobre “El que viene” (en griego “ho erjómenos”). Después de haber recibido Jesús esta aclamación en aquel día, según lo refieren con distintos matices los cuatro Evangelistas (Mateo 21, 9; Marcos 11, 10; Lucas 19, 38; Juan 12, 13), Jesús anunció, al final de su último discurso en el Templo (Mateo 23, 39), que estas mismas palabras serían la señal el día de su triunfo definitivo. Entonces se volverán a Aquel a quien traspasaron, como dice San Juan (19, 37), citando a Zacarías 12, 10 (cf. Deuteronomio 4, 30; Salmo 101, 29 y nota). Comentando el pasaje en que Jesús aplica así este versículo, dice Fillion que con estas palabras “terminaba el ministerio propiamente dicho de nuestro Señor. Él mismo iba a morir y aquellos a quienes se dirigía entonces no debían volver a verlo sino ni fin de los tiempos. En efecto, las palabras “hasta que digáis: Bendito el que viene en nombre del Señor” se refieren, según los mejores intérpretes, al Retorno de Jesucristo al fin del mundo, como juez soberano y a la conversión de los judíos, que tendrá lujar en esa época. Cf. Romanos 11, 25 ss. Reconociendo en Él a su Redentor, lo aclamarán entonces con la aclamación mesiánica: Bendito el que viene… Cf. Salmo 117, 26. Véase Mateo 23, 39 y nota.
Sí, oh Yahvé, ¡da la victoria!
Sí, oh Yahvé, ¡da prosperidad!
26Bendito el que viene
en el nombre de Yahvé;
desde la casa de Yahvé os bendecimos.
27
27. Nos ha iluminado: “Tras la negra noche de la calamidad, Dios ha mostrado a su pueblo la luz de su favor (Callan). Cf. Salmo 96, 11; II Corintios 3, 14-16 y notas. Hasta los cuernos: Porque el altar de los perfumes tenía un cuerno en cada ángulo. Hasta allí había llegado el pecado de Judá (Jeremías 17, 1), y hasta allí llega ahora con júbilo el fiel cortejo, que recuerda el de Salmo 67, 25 ss.
Yahvé es Dios y nos ha iluminado.
Ordenad procesión con ramos frondosos
hasta los cuernos del altar.
28
28 s. Con alabanza semejante a la de Salmo 98, 5 y la repetición del versículo 1 termina solemnemente la serie del Hallel, comenzada con el Salmo 112.
Mi Dios eres Tú y te doy gracias;
mi Dios eres Tú, quiero alabarte;
29Alabad a Yahvé porque es bueno;
porque su misericordia
permanece para siempre.
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