Psalms 122

Los ojos fijos en Dios

1
1. Es la confianza en el Padre la que late en cada palabra de esta oración, como en los Salmos 22 y 120. “El pequeño resto preservado de Israel ha sido repatriado del destierro babilónico. Pero en vez de las grandezas y alegrías, de la prosperidad y de la paz mesiánica que parecían prometerle las profecías, experimentaba la pobreza y la miseria, el desprecio y las vejaciones de sus vecinos y aun de sus propios elementos depravados. Su fe, empero, y su esperanza no desfallecen un instante. Fija sus ojos en el Padre del cielo... buscando la señal de su benevolencia y socorro” (Calès). Cf. Salmo 84, 1 y nota.
Cántico gradual.
Levanto mis ojos a Ti
que habitas en los cielos.
2
2. Imagen de la divina Providencia, digna de ser recordada especialmente en los días de prueba: Los siervos, dice San Agustín, mientras reciben azotes miran la mano del amo hasta que ella hace la señal de gracia. ¿Cuánto más no lo hará el hijo con su Padre? Cf. Hebreos 12, 2-13. “De la misericordia del Señor nunca se espera demasiado” (Don Orione).
Como los ojos de los siervos
están fijos en las manos de sus señores;
como los ojos de la sierva
en las manos de su señora,
así nuestros ojos están fijos
en Yahvé nuestro Dios,
hasta que se apiade de nosotros.
3Apiádate, Yahvé, senos propicio,
porque estamos colmados de desprecio.
4Nuestra alma está muy harta
del escarnio de los saciados,
del oprobio de los soberbios.
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