Psalms 27

Oración escuchada

1
1. Súplica semejante a la del Salmo anterior, pronto se transforma en jubilosa gratitud al ver que ha sido escuchada (versículo 6 ss.). Sordo: otros vierten: mudo.
De David.
A Ti, Yahvé, clamo, roca mía,
no te muestres sordo conmigo;
no sea que si Tú me desoyes
me asemeje yo a los que bajan al sepulcro.
2
2. El interior de tu santuario: En hebreo “debir”, o sea el Santo de los Santos, la parte más sagrada del Tabernáculo y luego del Templo (III Reyes 6, 18 ss.; 8, 6). Sobre esta forma de orar hacia Jerusalén, cf. III Reyes 8, 22 y 30; Daniel 6, 10.
Escucha la voz de mi súplica
cuando clamo a Ti,
mientras levanto mis manos
hacia el interior de tu Santuario.
3
3. Siempre el horror a la doblez e hipocresía, que finge lo que no siente (Lucas 12, 1), y quiere acomodar a Dios con el mundo (Mateo 23, 1 ss.).
No me quites de en medio con los impíos
y los obradores de iniquidad,
que hablan paz a su prójimo
y maquinan el mal en su corazón.
4
4. No es imprecación, sino apelación a la Justicia divina. San Agustín ve cumplida la palabra del santo Profeta en la destrucción de Jerusalén por los romanos. Y San Jerónimo añade: para que entiendan por los siniestros lo que no entendieron por los beneficios.
Retribúyeles conforme a sus obras
y a la malicia de sus maquinaciones;
págales según su conducta,
dales su merecido.
5
5. Es la ignorancia culpable de los que cierran los ojos para no ver. Jesús la enrostra muchas veces a los fariseos (cf. Juan 12, 37-41), y San Pablo también a los paganos que no saben ver en la naturaleza las obras de Dios (Romanos 1, 20 s.).
Porque no paran mientes
en los hechos de Yahvé,
ni en las obras de sus manos.
¡Destrúyalos Él y no los restablezca!
6
6 ss. Esta segunda parte del Salmo nos muestra cuan presto ha escuchado el Señor la oración de su amigo. “Por eso... lo alabo”: La acción de gracias se traduce siempre en alabanza (cf. Lucas 1, 46 ss.).
Bendito sea Yahvé,
porque oyó la voz de mi súplica.
7Yahvé es mi fortaleza y mi escudo;
en Él confió mi corazón y fui socorrido.
Por eso mi corazón salta de gozo
y lo alabo con mi cántico.
8
8. El ungido es el rey David; en sentido típico, Cristo.
Yahvé es la fuerza de su pueblo,
y el alcázar de salvación para su ungido.
9
9. Tu heredad: Tu pueblo. Israel se llamaba herencia del Señor por ser el pueblo escogido y objeto de las bendiciones divinas (cf. Deuteronomio 4, 20). Apaciéntalos: Vulgata: gobiérnalos (cf. Hechos 20, 28 y nota). Este pasaje, inscrito en el frente de la Catedral de Buenos Aires, se reza en el “Te Deum”, himno compuesto a base de diversos textos bíblicos según la Vulgata.
Salva a tu pueblo
y bendice a tu heredad;
apaciéntalos y condúcelos para siempre.
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