Psalms 28

La voz de Yahvé en la tempestad del juicio

1
1. Salmo de David. Los LXX y la Vulgata añaden a este epígrafe: en la consumación del Tabernáculo (cf. Amós 9, 11; Hechos de los Apóstoles 15, 16). Hijos de Dios: Parecen ser aquí los ángeles del cielo, según el Targum (cf. Salmo 88, 6 ss.; Job 1, 6 ss., etc.). Como advierte Fillion, según los LXX y la Vulgata, serían los hombres, pues el texto dice allí: “presentad al Señor corderos”. Véase Salmo 81, 6; cf. Salmo 50, 21; 65, 15. Igual sentido tiene la antigua versión siríaca y la traducción de San Jerónimo según el hebreo.
Salmo de David.
Dad a Yahvé, oh hijos de Dios,
dad a Yahvé gloria y poderío.
2
2. En su Santuario: Aquí también la siríaca confirma el sentido de los LXX y de la Vulgata.
Tributad a Yahvé la gloria
debida a su Nombre,
adorad a Yahvé en su Santuario.
3
3 ss. El salmista nos, hace asistir, como en visión profética, a una tremenda tempestad semejante al diluvio universal, que parece trastornar los fenómenos más poderosos de la naturaleza. “Pero el Salmo tiene una aplicación directa al misterio de Cristo, como la simple lectura lo hace presentir” (Puniet). Repite siete veces “la voz del Señor”, para expresar la elocuencia del terrible trueno, que es la voz de Dios en la biblia de la naturaleza y simboliza el poder de la Palabra divina (cf. 103, 7 y nota). En Apocalipsis 10, 3-4 hay un misterioso pasaje sobre la voz de los siete truenos, única que a San Juan le fue prohibido revelarnos, y Delitzsch dice que este Salmo, con esa repetición septenaria, podría llamarse el de los siete truenos. Cf. el Salmo 67, 34 ss. que concluye como este, y Salmo 96, 2 ss., donde vemos un cataclismo semejante, que termina también, como aquí (versículos 11 s.), con la paz de Sión en el Reino eterno del Señor, que colma de bendiciones a su pueblo. Así también, como dice Dom Puniet, la voz del Padre, oída en forma de trueno, aseguraba a Cristo que Él triunfaría finalmente sobre el mundo (Juan 12, 28 ss.).
¡La voz de Yahvé sobre las aguas!
Truena el Dios de la majestad,
Yahvé sobre las muchas aguas.
4¡La voz de Yahvé con poderío!
¡La voz de Yahvé con majestad!
5La voz de Yahvé troncha los cedros,
Yahvé troncha los cedros del Líbano.
6
6. Schirión (o Sarión) es el antiguo nombre fenicio del Líbano (o Hermón). Los LXX y la Vulgata leyeron: yeschurún (amado). De ahí el “amado” de la Vulgata. Sin duda el texto hebreo corresponde mejor al paralelismo de los miembros, elemento principal de la poesía hebrea.
Hace brincar al Líbano como un novillo,
y al Schirión como cría de bisonte.
7La voz de Yahvé hace brotar llamas de fuego.
8La voz de Yahvé sacude el desierto;
Yahvé hace temblar el desierto de Cadés.
9La voz de Yahvé retuerce los robles
y arrasa las selvas,
mientras en su Santuario todos dicen:
¡Gloria!
10
10. Cf. Salmo 9B, 16; Jeremías 10, 10. La expresión final es frecuentemente usada en las profecías para designar las naciones gentiles, según lo explica el Apocalipsis. Cf. Salmo 17, 17; Isaías 17, 12; Jeremías 51, 13; Daniel 7, 3; Apocalipsis 17, 1 y 15. El segundo hemistiquio y el primero del versículo 11 forman la antífona de la Comunión de la Misa de Cristo Rey, lo que confirma su trascendencia mesiánica, expresada en las palabras “para siempre”. Véase los textos bíblicos de esa bella Misa en la cual se pide, como en el Padrenuestro, el advenimiento del Reino eterno y universal de verdad y vida, santidad y gracia, justicia, amor y paz, que Cristo entregará a su Padre cuando todas las creaturas se hayan sujetado a su imperio (Prefacio), rogando al Padre que le entregue ese Reino (Salmo 71, 1 del Introito y Apocalipsis 5, 12) según las promesas del Salmo 2, 8 (Ofertorio), del Salmo 71, 8 y 11 y de Daniel 9, 14 (Gradual) y recordando su Parusía como Rey de reyes en Apocalipsis 19, 16 (Aleluya).
Yahvé ha puesto su trono
sobre las muchas aguas,
y se sentará como Rey para siempre.
11
11. Como hace notar Delitzsch, el Salmo empieza con un “gloria a Dios en las alturas” y termina con “paz en la tierra” (cf. Lucas 2, 14). Véase igual concepto al final del Salmo anterior (27, 9) y en Salmo 67, 36.
Yahvé dará fortaleza a su pueblo;
Yahvé bendecirá a su pueblo con la paz.
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