Psalms 41

SEGUNDO LIBRO DE LOS SALMOS

Nostalgia de la casa de Dios

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1. Empieza el segundo Libro, que contiene los Salmos 41-71, llamados Elohistas, porque en ellos Dios se llama generalmente, en vez de Yahvé, Elohim (plural hebreo con que comienza el Génesis), si bien en realidad el grupo de los Salmos Elohistas dura hasta el Salmo 82, y aún más allá en ciertos casos (cf. Salmo 83 de inspiración análoga al presente). Este cántico lleva el nombre de los hijos de Coré, y su autor es, según se cree, un levita de entre ellos, alejado de Jerusalén, probablemente hacia las laderas del monte Hermón (versículo 7). San Roberto Belarmino lo atribuye a David, lo mismo que el Salmo 42, que es como su continuación y que en los LXX y la Vulgata dice: De David, palabras que hoy se tienen por apócrifas. Sobre el epígrafe véase el Salmo 31, 1 y nota; sobre los hijos de Coré: I Paralipómenos 6, 16 ss.; 9, 19 y 26.
Al maestro de coro. Maskil. De los hijos de Coré.
2Como el ciervo ansía
las corrientes de aguas,
así mi alma suspira por Ti, oh Dios,
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3. Expresa la nostalgia del Santuario y quizá de ver el Arca de la Alianza que allí estaba (cf. Números 17, 10; Éxodo 25, 16; 27, 41; Apocalipsis 11, 19; 15, 5; II Macabeos 2, 4 s.; Ezequiel 41, 26 y nota). No se trata, pues, del deseo de la muerte (cf. II Corintios 5, 4 y nota), de la cual los hebreos no esperaban la inmediata visión de Dios (Salmo 6, 6 y nota). Véase la esperanza que a este respecto existe para el cristiano según lo enseña San Pablo (véase I Tesalonicenses 4, 16 s.; I Corintios 15, 22, 23, 51 y 52 [texto griego].
porque mi alma tiene sed de Dios,
del Dios vivo.
¿Cuándo vendré
y estaré en la presencia de Dios?
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4. Intensa figura del hombre de fe en nuestra condición presente: desear, andar por todas partes en busca de Dios, entre las burlas del mundo (cf. Cantar de los Cantares 3, 1 ss.). “Busco a Dios en cada cosa creada y no lo hallo. Dentro de mi alma es donde Dios tiene su mansión (Juan 14, 23); aquí está, de aquí me mira amorosamente y me gobierna y me llama y me apremia” (San Agustín).
Mis lágrimas se han hecho mi pan
de día y de noche,
mientras se me dice continuamente:
“¿Dónde está tu Dios?”
5
5. San Roberto Belarmino comenta este texto como una gozosa esperanza porque lo toma de la Vulgata (“transibo in locum Tabernaculi admirabilis”). El hebreo expresa lo más agudo de la nostalgia (cf. versículo 6 s.).
Me acuerdo
-y el recuerdo me parte el alma-
de cómo caminaba yo
al frente de la noble cohorte
hacia la casa de Dios,
entre cantares de júbilo y alabanza,
en festivo cortejo.
6¿Por qué estás afligida, alma mía,
y te conturbas dentro de mí?
Espera en Dios,
pues aún he de alabar
al que es mi salvación, mi Dios.
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7 s. Misar significa pequeño (de ahí la versión de la Vulgata). El salmista precisa el lugar de su destierro: las fuentes del Jordán y el monte Hermón, es decir, el extremo norte de Palestina, donde vive gente pagana. La imagen de las cataratas (versículo 8) está tomada quizás de esa región montañosa, y muestra con viva elocuencia la incesante sucesión de las pruebas que lo abruman.
Desfallece en mi interior mi alma,
cuando de Ti me acuerdo;
desde la lejana tierra del Jordán
y del Hermón,
desde la colina de Misar.
8Como, en el estruendo de tus cataratas,
un abismo llama a otro abismo,
así todas tus ráfagas
y tus olas pasan sobre mí.
9
9. El texto ha sufrido. La interpretación que damos es a nuestra manera de ver la más conforme al contexto de toda esta lamentación, según el cual no parece que el cántico de la noche fuese prometido como gratitud por las gracias anheladas en el día, sino más bien una nueva súplica: la que sigue a continuación (versículo 10 s.) hasta que vuelve el estribillo de esperanza (versículo 12).
De día gimo: “Mande Yahvé su gracia”,
y de noche entono un cántico,
la plegaria al Dios de mi vida.
10Digo a Dios: “Roca mía,
¿por qué me has olvidado,
por qué he de andar afligido,
bajo la opresión de mis enemigos?”
11Mis huesos se quebrantan
cuando mis adversarios me hacen burla,
diciendo uno y otro día:
“¿Dónde está tu Dios?”
12
12. “Se trata de la nación entera de Israel, trasplantada al destierro y desolada al recordar los esplendores litúrgicos perdidos lejos de Jerusalén... Pero una voz se hace oír, que dice: ¡valor! Un día volverán esas alegrías y se podrán cantar de nuevo las alabanzas del Altísimo” (Dom Puniet). Véase Ezequiel 37, 21-28.
¿Por qué estás afligida, alma mía,
y te conturbas dentro de mí?
Espera en Dios,
pues aún he de alabar
al que es mi salvación, mi Dios.
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