2 Kings 3
Joram, rey de Israel
1Joram, hijo de Acab, empezó a reinar sobre Israel, en Samaria, el año diez y ocho de Josafat, rey de Judá. Reinó doce años, 2e hizo lo que era malo a los ojos de Yahvé, pero no tanto como su padre y su madre; pues quitó las estatuas de Baal que había hecho su padre. 3Sin embargo siguió los pecados de Jeroboam, hijo de Nabat, que había hecho pecar a Israel, y no se apartó de ellos.Guerra de Joram y Josafat contra Moab.
4 ▼▼4. El rey Mesó se erigió en aquel tiempo (798 ó 797 a. C.) un monumento de piedra, en el cual se atribuye triunfos sobre Amrí y Acab, reyes de Israel, y se exalta a si mismo diciendo que Israel ha perecido para siempre. El monumento, descubierto en 1869, es conservado en el Museo del Louvre. Es la primera inscripción hebraica que llegó hasta nosotros. Fue encontrada por un misionero (Klein) y publicada por Clermont Ganneau.
Mesó, rey de Moab, era criador de ovejas, y pagaba al rey de Israel un tributo de cien mil corderos, y cien mil carneros, con su lana. 5Pero después de la muerte de Acab, se rebeló el rey de Moab contra el rey de Israel. 6Entonces el rey Joram salió de Samaria y pasó revista a todo Israel. 7Y cuando se puso en marcha, envió a decir a Josafat, rey de Judá: “El rey de Moab se ha rebelado contra mí. ¿Quieres venir conmigo para atacar a Moab?” Josafat respondió: “Subiré. Yo haré lo mismo que tú, mi pueblo es tu pueblo, y mis caballos son tus caballos.” 8Y agregó: “¿Por qué camino subiremos?” “Por el camino del desierto de Edom”, contestó él. Eliseo salva a los tres reyes
9 ▼▼9. Para atacar a los moabitas por la espalda tomaron el camino del desierto, dando vuelta al Mar Muerto por el sur, donde no había agua.
Partieron el rey de Israel y el rey de Judá, juntamente con el rey de Edom, y después de haber marchado siete días, se hallaron sin agua para el ejército y para el ganado que los seguía. 10Dijo entonces el rey de Israel: “¡Ay! Yahvé ha convocado a estos tres reyes para entregarlos en manos de Moab.” 11Pero Josafat dijo: “¿No hay aquí ningún profeta de Yahvé, por medio del cual podamos consultar a Yahvé?” Y respondió uno de los siervos del rey de Israel, diciendo: “Aquí está Eliseo, hijo de Safat, que echaba agua sobre las manos de Elías.” 12Dijo Josafat: “En él hay palabra de Yahvé.” Y bajaron a encontrarle el rey de Israel, Josafat y el rey de Edom. 13 ▼▼13. He aquí una prueba de cómo hablaban los profetas con los reyes y poderosos. Los falsos profetas, en cambio, recurrían a la adulación (cf. III Reyes 22, 6 ss.) y recibían grandes regalos.
Mas Eliseo dijo al rey de Israel: “¿Qué tengo yo que ver contigo? ¡Vete a los profetas de tu padre y a los profetas de tu madre!” El rey de Israel le respondió: “¡No! Pues Yahvé ha convocado a estos tres reyes para entregarlos en manos del rey de Moab.” 14Replicó Eliseo: “¡Vive Yahvé de los ejércitos, al cual yo sirvo! Si no fuera por respeto a Josafat, rey de Judá, no alzaría ni siquiera mis ojos para mirarte. 15 ▼▼15. El instrumento de música servía para elevar el corazón a Dios y prepararle para el espíritu profético (San Gregorio Magno). La música calma el ánimo excitado del profeta y lo dispone a recibir la revelación (cf. Sto. Tomás, Suma Teológica II-II, q. 172, a. 3). Cf. I Reyes 16, 23. Para los falsos profetas la música servía de instrumento de autosugestión, como lo observamos hoy todavía en los derviches. Particularmente estos seudoprofetas que no tenían vocación y cursaban un seminario de profetas, imitaban los métodos de autosugestión y sobre todo las prácticas extático-frenéticas de los profetas de Baal.
Ahora pues, traedme un tañedor.” Y mientras tocaba el tañedor, vino sobre (Eliseo) la mano de Yahvé. 16Y dijo: “Así dice Yahvé: Haced en este valle zanjas y zanjas; 17porque así dice Yahvé: No veréis viento ni lluvia; y con todo el valle se llenará de aguas, y beberéis vosotros, y vuestros ganados, y vuestras bestias de tiro. 18Pero esto es lo de menos a los ojos de Yahvé; porque entregará a Moab en vuestra mano; 19tomaréis todas las plazas fuertes y todas las ciudades principales; derribaréis todo árbol bueno, cegaréis todas las fuentes de agua e inutilizaréis con piedras todos los campos fértiles.” 20En efecto, llegada la mañana, a la hora en que se suele ofrecer la oblación, he aquí que el agua vino por el camino de Edom, y se llenó de agua aquel país. Derrota de los moabitas
21Todos los moabitas, al oír que subían los reyes a pelear contra ellos, fueron convocados, todos los que eran capaces de ceñirse las armas, incluso los de edad avanzada, y se apostaron en la frontera. 22Y cuando se levantaron muy de mañana, al brillar el sol sobre las aguas, vieron los moabitas delante de sí las aguas rojas como sangre; 23 ▼▼23. Esta es sangre: Observa al respecto el Padre Lagrange: “Los que han visitado las orillas meridionales del Mar Muerto saben que extraños colores cambian a veces el aspecto de las cosas. Nosotros hemos visto el Mar Muerto verdaderamente rojo en la tarde del 1° de noviembre de 1897. Los moabitas, seguros de que no había agua en el campo de Israel, tomaron por sangre el agua enrojecida por la aurora.”
por lo cual dijeron: “Esta es sangre. Los reyes han peleado uno con otro y cada cual ha matado a su compañero. ¡Ahora, pues, a la presa, Moab!” 24Mas cuando llegaron al campamento de Israel, se levantaron los israelitas y derrotaron a los moabitas, los cuales huyeron delante de ellos; e invadiendo destrozaron a Moab. 25 ▼▼25. Kir Haróset (Vulgata: Los muros de ladrillo), probablemente idéntica con Kir Moab, actualmente El-Kerak. En el oráculo sobre la ruina de Moab, la ciudad se llama Kir Hares (Isaías 16, 11).
Destruyeron las ciudades, y echando cada cual su piedra sobre todo campo fértil lo llenaron de ellas, cegaron todas las fuentes de agua y talaron todo árbol bueno, dejando solo las piedras de Kir Haróset, a la cual los honderos rodearon y batieron. 26Cuando el rey de Moab vio que iba a ser vencido en la guerra tomó consigo setecientos hombres que desenvainaron espada, para abrirse paso hacia el rey de Edom, mas no pudo. 27 ▼▼27. Si sacrificio de su propio hijo, ofrecido al dios Moloc, parecía al supersticioso rey moabita el último recurso para aplacar a su cruel ídolo y ganar la victoria. Los israelitas horrorizados por el desesperado sacrificio, levantaron el sitio y abandonaron el país, devastado, en el cual un ejército ya no podía vivir.
Entonces tomó a su hijo primogénito, que había de reinar en su lugar, y le ofreció en holocausto sobre la muralla, lo cual causó grande indignación entre los israelitas, los cuales levantaron el campamento contra el (rey de Moab) y se volvieron a su país.
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