‏ Est 13

Primer edicto del rey

1
1. Los versículos 1-7 son un apéndice a 3, 14.
“El muy grande Artajerjes, rey desde la India hasta Etiopía, a los príncipes y gobernadores de las ciento veinte y siete provincias sujetas a su imperio, salud.
2
2. Una vida tranquila: lo mismo desea San Pablo, pero agrega: “en el ejercicio de toda piedad y honestidad” (I Timoteo 2, 2). Mantener la paz y el orden es lo que incumbe a quienes tienen la responsabilidad del mando.
Siendo yo rey de muchísimas naciones, y habiendo sometido a mi dominio toda la tierra, no he querido en modo alguno abusar de la grandeza de mi poderío, sino antes bien gobernar a mis súbditos con clemencia y mansedumbre, para que pasando una vida tranquila, sin temor alguno, gozasen la paz deseada de todos los mortales.
3Consultando con mis consejeros cómo esto podría conseguirse, uno de ellos, llamado Amán, que aventajaba a los demás en sabiduría y lealtad y era el segundo después del rey, 4me hizo conocer la existencia de un pueblo disperso por toda la tierra, que se gobierna con leyes nuevas, y que, oponiéndose a la costumbre de todas las gentes, menosprecia las órdenes de los reyes, y con sus disensiones turba la concordia de todas las naciones. 5Lo cual entendido por Nos, viendo que esta sola nación, contraria a todo el género humano, sigue leyes perversas, desoye nuestros mandatos y perturba la paz y concordia de las provincias que Nos están sujetas: 6
6. Como a padre: probablemente un título que se confería a los que habían merecido bien del rey. Véase Génesis 45, 8; II Paralipómenos 2, 13; I Macabeos 11, 32.
hemos decretado que todos los que señalare Amán —el cual tiene la superintendencia de todas las provincias; y es el segundo después de Nos, y a quien honramos como a padre— sean exterminados por sus enemigos, juntamente con las mujeres e hijos, el día catorce del mes duodécimo de Adar, del presente año, sin que nadie los perdone;
7a fin de que esos hombres malvados, desciendan al infierno en un, mismo día, y se restituya a nuestro reino la paz que han turbado.”

Oración de Mardoqueo

8
8 ss. Este pasaje hasta 14, 19 debe leerse después de 4, 17. La oración de Mardoqueo se lee en las Misas del miércoles de la 2ª semana de Cuaresma y votiva “Contra paganos”.
Hizo entonces Mardoqueo oración al Señor, haciendo memoria de todas Sus obras,
9
9 ss. La simple confesión de los atributos de Dios es aceptada por Él como oración de alabanza y acto de fe, según vemos en toda la Escritura. Véase Romanos 10, 10; Hebreos 13, 15, etc. Cf. Romanos 9, 3.
y dijo: “Señor, Señor, Rey omnipotente, en tu poder están todas las cosas, y no hay quien pueda resistir a tu voluntad, si has resuelto salvar a Israel.
10Tú hiciste el cielo y la tierra y todo cuanto en el ámbito del cielo se contiene. 11Tú eres el Señor de todas las cosas, ni hay quien resista a tu majestad. 12Tú lo sabes todo, y sabes que no por altivez, no por desdén, ni por ambición de gloria he hecho esto de no adorar al soberbísimo Amán; 13porque para salvar a Israel estaría dispuesto a besar con gusto aun las huellas de sus pies, 14
14. El honor debido a mi Dios: Sobre este punto trascendental véase la nota 1 s. del Salmo 113B. “Al solo Dios sea el honor y la gloria” (I Timoteo 1, 17).
pero he temido trasladar a un hombre el honor debido a mi Dios, y adorar a ningún otro fuera del Dios mío.
15
15. Por heredad se entiende el pueblo de Israel. Cf. Deuteronomio 32, 9; IV Reyes 21, 14; Salmo 73, 2, etc.
Ahora oh Señor y Rey, Dios de Abrahán, apiádate de tu pueblo; porque nuestros enemigos buscan cómo perdernos y acabar con tu heredad.
16No menosprecies tu posesión, que para Ti has rescatado de Egipto. 17Escucha mi súplica, y muéstrate propicio a tu nación y a la heredad tuya, y convierte nuestro llanto en gozo, para que viviendo alabemos, Señor, tu nombre, y no cierres las bocas de los que te alaban.”

18
18. Orando unánimemente: Cf. 4, 16 y nota. Cuando Israel se vio amenazado de una muerte inevitable, todo el pueblo clamó al Señor con un fervor tal como nunca habían mostrado antes. El alma dolorida se inclina más a la oración y ora con más fervor. Así podemos explicarnos muchas veces las pruebas que Dios manda (cf. Tobías 12, 13; Proverbios 3, 12; Sabiduría 11, 11; Eclesiástico 2, 1; Hebreos 12, 6 s.; Santiago 1, 2-12; Apocalipsis 3, 19). Es para que no caigamos en la tibieza (cf. Juan 15, 2; Apocalipsis 3, 15 s.; Eclesiástico 4, 18 ss.).
Todo Israel, orando unánimemente, clamó al Señor, pues una muerte cierta les amenazaba a todos.
Copyright information for SpaPlatense