Genesis 12
Vocación de Abrahán
1 ▼▼1. El Reino de Dios sobre la tierra peligró de nuevo por la maldad de los hombres (cf. capítulo 11). Respetando el libre albedrío del hombre, permitió Dios la nueva apostasía del género humano, como había permitido la de los cainitas y de los setitas contagiados de la rebeldía cainita (6, 1 ss.). Mas esta vez la bondad del Padre celestial no los anegó en el agua (cf. II Pedro 3, 7), sino que dio a su Reino otra estructura, fundándolo sobre una sola familia, fiduciaria exclusiva de la revelación divina hasta que viniese la revelación encarnada, Cristo. Este es el sentido de la vocación de Abrahán que, como un segundo Adán y Noé, entra en la historia. En adelante, se dividirá la historia en la de los gentiles, los cuales han dejado de ser destinatarios de la revelación, y en la de los descendientes de Abrahán, el pueblo elegido, el que será antorcha para todas las naciones, y al cual serán confiados “los oráculos de Dios” (Romanos 3, 2), es decir, las revelaciones divinas, hasta la venida del Mesías, de quien ellas dan testimonio. También el Libro de la Sabiduría relaciona la vocación de Abrahán con la corrupción de los hombres postdiluvianos: “Ella (la Sabiduría), cuando las gentes conspiraron a una para obrar mal, distinguió al justo (Abrahán) y le conservó irreprensible delante de Dios” (Sabiduría 10, 5).
Dijo Yahvé a Abram: “Sal de tu tierra, y de tu parentela, y de la casa de tu padre, al país que Yo te mostraré. 2 ▼▼2 s. ¿En qué consiste la promesa hecha a Abrahán? “Si admitimos el íntimo conexo con el Protoevangelio (3, 15) podemos deducir que esta bendición especialísima consiste en que la posteridad de Abrahán, el pueblo judío, será elegido por Dios para obrar una liberación universal y espiritual, y esto por uno de sus hijos, el cual triunfará plena y perfectamente sobre la serpiente diabólica” (Ceuppens). En efecto, son tres las promesas que el patriarca recibe: a) Dios le elegirá para hacer de él un gran pueblo; b) en Abrahán serán bendecidas todas las naciones; c) de su linaje saldrá el Salvador. Véase las promesas semejantes en 18, 8 y 22, 18. De esta manera Dios recompensa las duras fatigas del gran patriarca, el cual ha de abandonar su patria y sus parientes para servir a un Dios que sus padres apenas conocían. San Pablo no se cansa de destacar la fe heroica de Abrahán, que “esperaba contra toda esperanza” (Romanos 4, 18); pues cuando Dios le hizo la promesa de numerosa descendencia, Abrahán era ya anciano y no tenía hijos, y su mujer Sara era estéril (11, 30). En tal sentido todos los verdaderos cristianos son hijos de Abrahán. “Por Cristo y en Cristo somos de la descendencia espiritual de Abrahán” (Pío XI a los dirigentes de la Radio Belga, en 1938). Por lo tanto, la historia del pueblo de Abrahán debe tener el más conmovedor interés para nosotros, y los cristianos, que somos sus herederos espirituales, pues trata anticipadamente de Jesús, su origen terreno y su “carne”, que ahora está sentada en el trono de la diestra del Padre. Solo mirándolo desde Cristo entendemos el Antiguo Testamento.
Pues de ti haré una nación grande y te bendeciré; haré grande tu nombre, y serás una bendición. 3Bendeciré a quienes te bendigan y maldeciré a quienes te maldigan; y en ti serán benditas todas las tribus de la tierra.” 4Marchó, pues, Abram, como se lo había mandado Yahvé; y con él partió Lot. Tenía Abram setenta y cinco años cuando salió de Harán. 5 ▼▼5. No conocemos la fecha exacta del viaje de Abrahán a Palestina. En general se cree que se realizó alrededor del año 2000 a. C. Últimamente algunos historiadores han propuesto atribuir el viaje de Abrahán al siglo XVIII o XVII a. C. (cf. 14, 1 y nota). “Canaán”, es decir, Palestina, en aquel tiempo un país muy fértil. El escritor egipcio Sinhue, que vivió en el siglo XVIII a. C., alaba el país de Canaán extraordinariamente, diciendo: “La tierra aquella es hermosa, Jaa es nombre de ella; hay higos en ella juntamente con racimos de uva. Abunda en ella el vino más que el agua; copiosa es su miel, sus olivos son numerosos; frutos de todas clases tienen sus árboles. Hay granos allí juntamente con trigo; no existe límite para los rebaños todos”. Los cananeos vivían en ciudades y lugares fortificados y permitían que las tribus nómadas apacentaran sus ganados en el país abierto. La venida de Abrahán con sus pastores y rebaños era para ellos una cosa insignificante, ya que el patriarca no molestaba a los habitantes de las ciudades, sino que venía e iba como uno de tantos jeques nómadas. Sin embargo, parece que más tarde se produjeron dificultades en el sur del país. Cf. v. 9 y nota.
Tomó Abran a Sarai su mujer, y a Lot, hijo de su hermano, con toda la hacienda que poseían, y con las familias que habían procreado en Harán. Partieron para dirigirse a la tierra de Canaán y llegaron a la tierra de Canaán. 6 ▼▼6. Siquem, situada en el centro de Palestina, idéntica con la actual Balata, a dos kilómetros al sudeste de Nablús. Encina de Moré: la Vulgata vierte: valle ilustre.
Atravesó Abran el país hasta el lugar de Siquem, hasta la encina de Moré. 7 ▼▼7. A tu descendencia: Cf. 13, 15; 17, 8; 22, 18; 24, 7. El sentido espiritual de esta promesa nos lo revela San Pablo en Gálatas 3, 16, refiriéndolo al Descendiente por excelencia, el Mesías.
Entonces se apareció Yahvé a Abram y dijo: “A tu descendencia daré esta tierra.” Allí erigió un altar a Yahvé que se le había aparecido. 8 ▼▼8. Betel, hoy día Beitin, a 16 kilómetros al norte de Jerusalén, conocida por el sueño de Jacob y más tarde por el culto que allí se tributó al ídolo del becerro.
Pasó de allí a la montaña, al oriente de Betel, donde asentó su tienda, teniendo a Betel al occidente y Hai al oriente. Allí construyó un altar a Yahvé en invocó el nombre de Yahvé. 9 ▼▼9. Négueb: nombre de la parte meridional de Palestina, hoy día parte del Estado de Israel formado el año 1948. “Una narración de la biblioteca del antiguo reino de Ugarit, recientemente descubierto, nos cuenta como Él da a Kéret, dios de Sidonia, un enorme ejército, llamado “el ejército del Négueb”, para que luche con los invasores llamados terajitas (de Táreh, padre de Abrahán). El texto parece escrito aproximadamente hacia la fecha de la irrupción de los hebreos en el sur de Palestina. Las tablillas que contienen esa narración están incompletas, pero parece permiten deducir que los terajitas se establecieron en el país y los cananeos se vieron obligados a retirarse ante ellos” (Bover-Cantera).
Después levantó Abram su tienda y se dirigió en etapas hacia el Négueb. Abrahán baja con Sara a Egipto.
10Mas hubo hambre en el país, por lo cual Abram bajó a Egipto para morar allí, pues era grande el hambre en el país. 11Estando ya próximo a entrar en Egipto, dijo a Sarai, su mujer: “Mira, yo sé que eres mujer hermosa; 12por eso, cuando te vean los egipcios, dirán: “Esta es su mujer”; y me matarán a mí, y a ti te dejarán la vida.” 13 ▼▼13. Sara era, según Génesis 20, 12, hermanastra de Abrahán, o, según otra interpretación, su sobrina, y a la vez su esposa; lo cual no es extraño en aquel tiempo en que la Ley mosaica no existía aún (Levítico 18, 9). La conducta de Abrahán se explica por la costumbre de los reyes de apoderarse de las mujeres extranjeras, matando a los maridos. En cambio, si se trataba de una mujer no casada, solían dar regalos a los hermanos de la misma. San Agustín nota que Abrahán se portó aquí con una sabiduría llena de luz. “En cuanto a la belleza de Sara que teniendo más de 65 años (cfr. Génesis 17, 17 con 12, 4), no parece que estuviera en estado de despertar la concupiscencia de un Faraón egipcio. Pero si se tiene en cuenta que el mismo fenómeno aparece más tarde en el episodio de Abimelec con Abrahán (Gén. 20) y de nuevo en Isaac (26, 7-11), y además que va íntimamente ligado no tanto con la longevidad ultra-centenaria de los patriarcas, sino también con la maternidad nonagenaria de Sara, y más generalmente con la fecundidad centenaria de los patriarcas, aparecerá claro que la Biblia quiere presentar este grupo de fenómenos como efectos de un privilegio que fue reservado a los progenitores del pueblo de Dios en cuanto tales” (Ricciotti, Historia de Israel, núm. 127).
Di, pues, te ruego, que eres mi hermana, a fin de que me vaya bien por causa tuya, y sea salva mi vida por amor de ti.” 14Efectivamente, cuando Abram entró en Egipto, vieron los egipcios que la mujer era muy hermosa. 15Viéronla también los cortesanos del Faraón, los cuales se la alabaron al Faraón, de modo que la mujer fue llevada al palacio del Faraón. 16Este trató a Abram muy bien por causa de ella; y se le dieron ovejas y ganados y asnos y siervos y siervas y asnas y camellos. 17Mas Yahvé hirió al Faraón con grandes plagas, a él y a su casa, por Sarai, la mujer de Abram. 18Entonces llamó el Faraón a Abram, y le dijo: “¿Qué es lo que has hecho conmigo? ¿Por qué no me dijiste que era tu mujer? 19¿Por qué afirmaste: “Es mi hermana”, de manera que yo la tomé por mujer? Ahora, pues, ahí tienes a tu mujer; tómala y anda.” 20Y el Faraón dio orden respecto de él a sus hombres, los cuales despidieron a él y a su mujer, con todo cuanto poseía.
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