Genesis 4
El sacrificio de Caín y Abel
1 ▼▼1. “He adquirido”: Alusión al nombre de Caín, que puede traducirse “adquisición”. Caín, el primogénito, es el hijo de la rebeldía, el representante del espíritu de este mundo, mientras que Abel es el heredero de las promesas mesiánicas, el justo, que creía en el futuro Redentor (cf. Hebreos 11, 4).
Conoció Adán a Eva, su mujer, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: “He adquirido un varón con el favor de Yahvé.” 2Otra vez dio a luz (y tuvo) a Abel, su hermano. Fue Abel pastor de ovejas y Caín labrador. 3 ▼▼3 s. Se menciona aquí el primer sacrificio. Seguramente los dos hijos de Adán no son los inventores del sacrificio, sino que siguieron la costumbre de su padre. El sacrificio es la expresión espontánea de los sentimientos del hombre que reconoce su dependencia de Dios. No había aún sacerdotes; el padre de familia era también sacerdote. “De la grasa”: las partes grasas del animal como fue establecido más tarde por la Ley de Moisés (cf. Levítico 4 versículos 8, 19 y 35).
Pasado algún tiempo, presentó Caín a Yahvé una ofrenda de los frutos de la tierra. 4Y también Abel ofreció de los primogénitos de su rebaño, y de la grasa de los mismos. Yahvé miró a Abel y su ofrenda; 5pero no miró a Caín y su ofrenda, por lo cual se irritó Caín en gran manera, y decayó su semblante. 6Entonces dijo Yahvé a Caín: “¿Por qué andas irritado, y por qué ha decaído tu semblante? 7 ▼▼7. Texto difícil, que se traduce de muy diversas maneras. San Clemente Romano, parafraseándolo según los Setenta, le da la siguiente explicación: “¿Por qué estás tan sobremanera entristecido, y por qué decaído tu rostro? ¿No es cierto que, si rectamente ofrecieras, mas no repartieras rectamente, pecaste? Sosiégate; tu ofrenda volverá a tu poder y de nuevo serás su dueño” (I Carta Corintios IV, 4). San Crisóstomo combina las palabras de este versículo de otra manera, y ve aquí una alusión a la envidia de Caín que teme por la primogenitura. Según esta interpretación, Dios quiere decir: Aunque acepté el sacrificio de Abel, no por eso te privaré de la primogenitura. Abel no la ambiciona, al contrario, su afecto hacia ti es invariable, y tú lo dominarás. Entre los modernos es Nácar-Colunga quien sigue a San Crisóstomo. Dice en la nota: “Parece referirse al amor que Abel sentía por Caín como hermano, que debía ser para este un motivo para desistir de su odio, junto con la seguridad de que, como primogénito que era, siempre había de dominar sobre él.”
¿No es cierto que si obras bien, podrás alzarlo? Mas si no obras bien, está asechando a la puerta el pecado que desea dominarte; pero tú debes dominarle a él.” 8 ▼▼8. Como por su sacrificio, así también por su muerte Abel es figura de Cristo, por el cual la Iglesia ha incluido su nombre en el Canon de la Misa: “Dígnate mirar esta ofrenda con propicios y benignos ojos y acéptala como te dignaste aceptar el sacrificio de tu siervo Abel, el justo.” “Mató”: He aquí el primer homicidio, fruto de la envida (I Juan 3, 12) y del desorden producido por el primer pecado, ¡Cómo se habrán abierto los ojos de Adán al ver por primera vez a un muerto! ¿Y Eva? Una escritora moderna analiza este tema con acertada delicadeza psicológica: “Cuando Dios desterró a Eva del paraíso, le dijo que iba a sufrir dolores, pero ello no pudo comprenderlo, pues nunca había sufrido dolor alguno. Supo lo que es dolor cuando dio a luz a sus hijos, pero era dolor físico, dolor que el gozo de tener un hijo hacía olvidar bien pronto. Pero cuando su hijo Abel fue muerto; cuando él a quien había dado la vida yacía delante de ella, sin vida; cuando ella que había conocido hasta entonces únicamente la inmortalidad, vio a su hijo sometido a la ley de la mortalidad, sintió todo el peso del dolor, experimentó el dolor en toda su profundidad. Y recién entonces supo valorar el castigo de Dios, y quizás el castigo tan tremendo le hizo comprender por primera vez cuán tremenda fue su culpa. La Sagrada Escritura cubre con respetuoso silencio el dolor de la primera madre.”
Dijo después Caín a su hermano Abel: “Vamos al campo.” Y cuando estuvieron en el campo, se levantó Caín contra su hermano Abel y lo mató. Castigo de Caín
9 ▼▼9. “¿Soy yo acaso el guarda de mi hermano?” Es esta, exactamente, la pregunta del individualismo moderno. De ahí que necesitemos tantas leyes sociales, tantas instituciones y organizaciones, que en vano se esfuerzan por neutralizar las desastrosas consecuencias del lema cainista. El individualismo no se cura desde afuera sino por el espíritu del Sermón de la Montaña (Mateo caps. 5-7) y la observancia del gran mandamiento del amor, que nos obliga a ver en cada hombre un hermano que nos ha sido confiado por el mismo Creador y Padre del género humano. Citando este versículo, dirige el Cardenal Mercier esta exhortación a su clero: “Nosotros somos los que tenemos las primeras responsabilidades. Nosotros hemos de marchar al frente del pueblo fiel, y confiados en la fe de su bautismo y en las riquezas inagotables de la misericordia divina, hemos de invitarlo a seguirnos, y resueltamente debemos facilitarle el camino” (Vida Interior, p. 75).
Preguntó Yahvé a Caín: “¿Dónde está Abel, tu hermano?” Contestó: “No sé. ¿Soy acaso el guarda de mi hermano?” 10 ▼▼10. “No es la voz de Abel la que acusa, no es su alma, sino la voz de la sangre que has derramado…. Si tu hermano se calla, la tierra te condena” (San Ambrosio, De Caín, II, 9).
Y dijo (Yahvé): “¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano está clamando a Mí desde la tierra. 11 ▼▼11 s. El castigo de Caín es de doble naturaleza: la tierra no le dará fruto, y él mismo ha de andar errante de un cabo a otro de la tierra. Aun es esto, Caín es el tipo del hombre moderno, que no sabe que solamente en Dios podemos encontrar la tranquilidad. “El mundo de hoy se halla en continuo movimiento, a pie, en tranvía, en automóvil, en ómnibus, en tren, a bordo de un barco, como si todos fuésemos hijos de Caín. ¿Quién dominará el cainismo moderno, que es tan fratricida como el del cuarto capítulo del Génesis?” (Mons. Keppler).
Por eso andarás maldito, lejos de esta tierra que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano. 12Cuando labres la tierra, ella no te dará más su fruto; fugitivo y errante vivirás sobre la tierra.” 13 ▼▼13. Mi culpa es demasiado grande: He aquí el primer hombre que no espera perdón. ¡Cuántos pecadores no conocen tampoco la grandeza de las misericordias del Padre Celestial, e imitan a Caín en la desconfianza y desesperación! “Este nuevo pecado fue sin comparación mucho mayor que el mismo fratricidio que poco antes había cometido” (Scío). “El pecado seguido de la desesperación no tiene ya remedio” (San Agustín, Homilía 21).
Entonces dijo Caín a Yahvé: “Mi culpa es demasiado grande para soportarla. 14He aquí que hoy me echas de esta tierra y he de esconderme de tu presencia; andaré fugitivo y errante por la tierra, y cualquiera que me encuentre me matará.” 15 ▼▼15. Siete veces: número redondo que el lenguaje de los antiguos pueblos orientales significa la plenitud. “Una señal”: un estigma cuya forma y carácter no sabemos. Caín no será víctima de la venganza humana; el mismo Dios se reserva el castigo del primer homicida, el que no da señales de arrepentimiento. Cf. el caso de Judas, que tiene mucha semejanza con el de Caín. Ambos derraman sangre inocente y matan al justo, ambos creen que su pecado es demasiado grande, por lo cual se rehúsan a implorar la misericordia de Dios, ambos mueren impenitentes y se condenan a sí mismos, pues Dios no puede perdonar al que no quiere ser perdonado.
Yahvé le respondió: “Pues por eso, cualquiera que matare a Caín, lo pagará siete veces.” Y puso Yahvé una señal a Caín para que no lo matara quien lo hallase. 16 ▼▼16. Nod no es propiamente nombre geográfico, sino una alusión a la vida de fugitivo que Caín tendrá que llevar en adelante, en la “tierra de nadie”, sin patria, sin hogar.
Salió entonces Caín de la presencia de Yahvé y habitó en el país de Nod, al oriente de Edén. Descendientes de Caín
17 ▼▼17 ss. Enoc, no el justo del mismo nombre, del cual se habla en 5, 21. Nótese que los cainitas se distinguieron por lo que hoy llamamos civilización. El mismo Caín fundó la primera ciudad y algunos de su linaje inventaron los instrumentos más necesarios para la vida técnica y la música (v. 20 y 21). No hay, pues, duda de que la civilización primitiva era preferentemente cainita, no solamente en su origen, sino también en su espíritu, que era exclusivamente materialista. Por eso Dios la borró de la tierra en el diluvio (6, 5 ss.). También la poligamia trae su origen en los cainitas (v. 19), que con ello cambiaron por completo el orden natural instituido por Dios en 2, 24. Mateo 19, 8.
Conoció Caín a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Enoc. Y edificando por entonces una ciudad, le dio el nombre de su hijo, Enoc. 18A Enoc le nació Irad, e Irad engendró a Mehuyael. Mehuyael engendró a Metusael, y Metusael engendró a Lamec. 19Lamec tomó para sí dos mujeres; el nombre de la una era Adá, y el nombre de la otra Sillá. 20Adá dio a luz a Jabal, el cual vino a ser padre de los que habitan en tiendas y crían ganado. 21El nombre de su hermano era Jubal, el cual vino a ser padre de todos los que tocan la cítara y la flauta. 22También Sillá dio a luz; a Tubalcaín, forjador de toda herramienta de cobre y hierro. Hermana de Tubalcaín fue Naamá. 23 ▼▼23 s. Este primer poema de la humanidad, que en la literatura lleva el nombre de “la canción de la espada”, arroja luz sobre el materialismo y cruel egoísmo de la raza de Caín, el más lamentable documento de la humanidad primitiva, la que rápidamente pierde el conocimiento de los valores morales y se dedica al culto de la fuerza. “Yo maté”: Algunos traducen: “yo mataré”. Lamec se gloría de ser peor que Caín. “Sabrá vengarse ampliamente si uno lo hiere, no solo ‘siete veces’ —con lo cual impíamente alude a la palabra divina (v. 15)— sino ‘setenta veces siete’. Su brazo le bastará, no tendrá necesidad de Dios como Caín” (Fillion). Preferimos la lección de la Vulgata en vez del hebreo, que dice “setenta y siete veces”.
Y dijo Lamec a sus mujeres: “Adá y Sillá, escuchad mi voz; yo maté a un hombre que me hirió, y a un joven por una contusión que recibí. 24Caín será vengado siete veces, mas Lamec lo será setenta veces siete.” Set y Enós
25 ▼▼25. Set significa “sustituto” o “reemplazante”, a saber, de Abel. Set es el primer eslabón del linaje de los justos elegidos para conservar la revelación divina y el ideal del Reino de Dios sobre la tierra. Le siguen los patriarcas Noé (6, 8 ss.), Sem (9, 26 s), Abraham (12, 1), Isaac, Jacob, etc.
Conoció Adán de nuevo a su mujer; y ella dio a luz un hijo, al cual puso por nombre Set; porque (dijo ella) “Dios me ha dado otro hijo en lugar de Abel, a quien mató Caín”. 26 ▼▼26. Se comenzó a invocar el nombre de Yahvé: Esta es la traducción que en general se da a este misterioso pasaje. Se refiere, según algunos, al comienzo del culto público (Vaccari). Otros creen que en aquel tiempo comenzaron los hombres a invocar a Dios con su nombre de Yahvé, que es el más grande de todos sus nombres (cf. 2, 4 y nota; Éxodo 3, 14) y el único que expresa su ser (“el que es”). Otros traducen: En aquel tiempo comenzaron a llamarse hijos de Dios (cf. 6, 2), en contraposición a los hijos de los hombres, lo cual significaría la separación definitiva entre los cainitas y los descendientes de Set, o sea, entre “los hijos de Dios” y los “hijos de los hombres” (cf. 6, 2 y nota).
También a Set le nació un hijo, a quien llamó Enós. En aquel tiempo se comenzó a invocar el nombre de Yahvé.
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