‏ Isaiah 2

PRIMERA PARTE

I. PROFECÍAS SOBRE JUDÁ E ISRAEL

Gloria del reino mesiánico

1He aquí lo que vio Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y Jerusalén:

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2 s. En los últimos tiempos, o, en los días postrimeros (Bover-Cantera). Cf. Miqueas 4, 1-3; I Corintios 10, 11 y nota. En el lenguaje de los profetas se refiere este término a los tiempos mesiánicos y escatológicos en que el monte de la Casa del Señor, el Sión, resplandecerá con sueva luz. “La elevación aquí predicha, figura la gloria futura de Sión en los últimos tiempos, cuando el Dios allí adorado, fuere reconocido como Dios de toda la tierra” (Crampón). De Sión saldrá la Ley: Cf. la palabra de Jesucristo: la salvación procede de los judíos (Juan 4, 22).
Acontecerá en los últimos tiempos

que el monte de la Casa de Yahvé

será establecido en la cumbre de los montes,

y se elevará sobre los collados;

y acudirán a él todas las naciones.

3Y llegarán muchos pueblos y dirán:

“¡Venid, subamos al monte de Yahvé,

a la Casa del Dios de Jacob!

Él nos enseñará sus caminos,

e iremos por sus sendas”;

pues de Sión saldrá la ley,

y de Jerusalén la palabra de Yahvé.

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4. No se han cumplido todavía estos vaticinios sobre la paz perfecta. “La realización completa no tendrá lugar, sino en la consumación de los tiempos, porque en esta tierra, donde el mal subsistirá siempre al lado del bien, no se puede buscar un cumplimiento perfecto” (Fillion). Cf. Mateo 13, 24- 43. Entretanto tenemos que esperar hasta que se cumpla el deseo del salmista: “Dispersa, oh Dios, a los pueblos que se gozan en las guerras” (Salmos 67, 31). La actual búsqueda excesiva de la paz entre las naciones y los continuos pactos de seguridad son una señal de que no hay paz, pues la tan deseada paz mundial no podrá realizarse sin la sumisión y obediencia a la ley divina. Así se explica que los paganos (de antes y de ahora) no sean capaces de este ideal, porque van tras sus Ídolos (versículo 5). En este sentido nada es más trágico que la Biblia en cuanto se refiere al destino de las naciones, que solemos mirar con ilusorio optimismo. Véase Mateo 24, 21-25; Lucas 8, 18; 17, 26 ss.; 21, 25 ss.; I Tesalonicenses 5, 3; II Tesalonicenses 2, 8 ss.; I Timoteo 4, 1 ss.; I Timoteo 3, 1 ss.; II Pedro 3, 3; Apocalipsis 9, 20 s.; 16, 9 ss.; 19, 15 ss.; 20, 7 ss., etc. Jeremías enseña que el vaticinar prosperidad es la característica de los falsos profetas (Jeremías 4, 10; 6, 14, etc.). Después de dos guerras mundiales en un cuarto del siglo XX (Lucas 21, 10 s.) y con la energía atómica aplicada a destruir como una “anti-creación”, y el neomalthusianismo que ciega las fuentes de la vida. ¿en qué podría fundarse la esperanza de un mundo mejor? (Véase 1, 16 y nota). Solo en el orgullo que cree en las fuerzas propias del hombre caído, del cual nos dice el mismo Dios por boca de Jeremías: “¡Maldito el hombre que pone su confianza en el hombre, y se apoya en un brazo de carne!” (Jeremías 17, 5). Cf. 11, 6 ss.; Salmos 45, 9 ss.; Oseas 2, 18; Miqueas 4, 3 ss. y notas.
El será árbitro entre las naciones,

y juzgará a muchos pueblos;

y de sus espadas forjarán rejas de arado,

y de sus lanzas hoces.

No alzará ya espada pueblo contra pueblo,

ni aprenderán más la guerra.

5¡Casa de Jacob, venid,

y caminemos en la luz de Yahvé!

Humillación del pueblo orgulloso

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6 ss. Alusión a las supersticiones introducidas del extranjero y a las riquezas y armamentos de los reyes. Caballos y carros de guerra constituyen, según la Ley (Deuteronomio 17, 16; Salmos 19, 8), un peligro para los israelitas, los que más que en caballos y carros han de confiar en la ayuda del Señor. Están llenos (de la corrupción) del Oriente, es decir, de la idolatría que venía especialmente de los países situados al Este de Palestina. La Vulgata vierte: Están llenos como antiguamente.
Pues Tú desechaste a tu pueblo, la casa de Jacob,

por cuanto están llenos (de la corrupción) del Oriente;

son agoreros como los filisteos,

y pactan con los extranjeros.

7Su tierra está llena de plata y de oro,

y sus tesoros no tienen fin;

8llena está su tierra también de caballos,

y son innumerables sus carros.

Su tierra rebosa de ídolos;

se prosternan ante las obras de sus manos,

ante lo que han fabricado sus dedos.

9
9. Se postró ... se humillaron, para adorar a los Ídolos.
(Todo) hombre se postró,

y se humillaron los mortales;

por tanto no les perdones.

10Métete en la peña y escóndete en el polvo,

ante el terror de Yahvé, y ante la gloria de su majestad.

11Entonces serán abatidos los ojos altivos del hombre,

y su soberbia quedará humillada;

solo Yahvé será ensalzado en aquel día.

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12. Un día, o sea, el día en que Dios viene a castigar a los transgresores de su santa Ley. Véase 13, 6; 61, 2; Jeremías 12, 3; 17, 17; 18, 17; Joel 2, 2; Miqueas 7, 4; Sofonías 1, 15, etc.
Pues Yahvé de los ejércitos

ha fijado un día (de juicio)

contra todos los soberbios y altivos,

contra todos los que se ensalzan, para humillarlos,

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13. Los cedros del Líbano simbolizan a los poderosos y orgullosos. El mismo sentido tiene la locución las encinas de Basan, tomada de los árboles robustos característicos de aquella región situada al noreste de Palestina. En los versículos que siguen, trae el Profeta otras imágenes semejantes del orgullo de los poderosos.
contra todos los cedros del Líbano, altos y erguidos,

contra todas las encinas de Basan,

14contra todos los montes encumbrados,

contra todos los collados elevados,

15contra toda torre alta

y contra toda muralla fortificada,

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16. Naves de Tarsis, símbolo de la riqueza. Las naves de Tarsis eran los buques transoceánicos de entonces y traían inmensos tesoros. Cf. 23, 14; III Reyes 10, 22; Jeremías 10, 9. Tenían su nombre de la ciudad o región de Tarsis, situada en el extremo occidental, probablemente en España, y tal vez idéntica con Tartessus.
contra todas las naves de Tarsis

y contra todo lo que es hermoso a la vista.

17Será abatida la altivez de los hombres,

y humillada la soberbia humana;

Yahvé solo será ensalzado en aquel día;

18y todos los ídolos desaparecerán.

19Se esconderán en las cuevas de las peñas

y en los hoyos de la tierra

ante el terror de Yahvé y ante la gloria de su majestad,

cuando Él se levantare para causar espanto en la tierra.

20
20. (En la presentación del texto se sigue el criterio de la Nova Vugata Bibliorum Sacrorum según considera versos poéticos o prosa.)
En aquel día el hombre arrojará sus ídolos de plata, y sus ídolos de oro, que se hizo para adorarlos, a los topos y a los murciélagos,
21para esconderse en las cavernas de las peñas, y en las hendiduras de las rocas, ante el terror de Yahvé y ante la gloria de su majestad, cuando Él se levantare para causar espanto en la tierra. 22
22. No es más que un soplo: Cf. Génesis 2, 7. ¿De qué valor es el hombre? San Jerónimo vierte de otra manera, que admite dos sentidos: él (el hombre) es reputado como excelso, o: Él (Dios) es el Excelso.
¡Cesad de confiar en el hombre, cuya vida no es más que un soplo de su nariz! Pues ¿de qué valor es el (hombre)?
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