‏ Isaiah 65

Vocación de los gentiles

1
1. Que este pasaje se refiere a la conversión de los gentiles se colige no solamente del contexto, sino también de la interpretación que le da San Pablo (Romanos 10, 20). Déjeme buscar: Vulgata: me buscaron. “Este capítulo puede considerarse como la respuesta de Dios a la plegaria anterior, y en ella nos refiere la conducta por Dios seguida con pueblo tan rebelde; pero al fin llegará la obra de la misericordia y de la restauración de Israel” (Nácar-Colunga). Cf. Deuteronomio 28, 68 y nota; 32, 21.
“Me dejé buscar por los que no preguntaban (por Mí),

me dejé hallar por los que no me buscaban.

Dije: «Heme aquí, heme aquí»,

a gente que (antes) no invocaba mi nombre.

2
2. Un pueblo rebelde: el pueblo judío, obstinado desde un principio (véase Romanos 10, 21). En pos de sus propios pensamientos; es decir, empeñado en darme un culto que no me es agradable mientras su corazón está lejos de Mí (véase 29, 13; 64, 6; Mateo 15, 8).
Todo el día tenía Yo extendidas mis manos

hacia un pueblo rebelde

que no anda por el recto camino,

sino en pos de sus propios pensamientos;

3
3 s. Alusión a la idolatría del pueblo judío; inmolación de víctimas a los falsos dioses, y prácticas supersticiosas.
hacia un pueblo que me provoca continuamente cara a cara,

que ofrece sacrificios en los huertos,

y quema incienso sobre ladrillos;

4que se sienta en los sepulcros,

y pasa la noche en lugares ocultos,

que come carne de cerdo,

y en sus ollas tiene manjares impuros;

5
5. Señala el colmo de la hipocresía: se creen puros y santos, y dicen al pagano: apártate de mí; y ellos son peores que los idólatras y más responsables (Lucas 12, 47 s.). Tal fue exactamente la actitud de la Sinagoga al no querer mancharse entrando al pretorio (Juan 18, 28).
que dice: «Quédate ahí,

no te acerques a mí, porque te santificaría.»

Esos tales son humo en mis narices,

fuego que arde sin cesar.

6He aquí que escrito está delante de Mí:

No me callaré, sino que retribuiré;

en su mismo seno les daré el pago

7
7. Sacrificaban sobre los montes en honor de Baal y Astarté. Véase Jueces 2, 11 y 13; 3, 7; 8, 33; III Reyes 16, 31; 18, 18; 19, 18, etc. Esta terrible amenaza les fue reiterada por Jesús (Mateo 23, 35) y se cumplió sobre esa misma generación (Mateo 24, 34) en la destrucción de Jerusalén por Vespasiano y Tito el año 70, que a su vez es una figura de los terribles acontecimientos del fin del mundo.
por vuestras iniquidades, dice Yahvé,

juntamente con las de vuestros padres,

que quemaron incienso sobre los montes,

y me ultrajaron en los collados.

Por eso les pondré en su seno

la paga por sus obras pasadas.”

Se salvarán los restos de Israel

8
8 ss. En él hay bendición, esto es, algo que sería lástima perder. Quiere decir: por pura gracia (cf. Jeremías 30, 13 y nota), el Señor deja su lenguaje severo y vuelve a renovar sus grandes promesas que, como hace notar Fillion, “hemos encontrado a través del libro entero de Isaías”.
Así dice Yahvé:

“Como cuando hay jugo en un racimo

se dice: «No lo desperdicies,

pues en él hay bendición»,

así haré Yo por amor de mis siervos,

para no exterminarlos, a todos.

9Antes bien, sacaré de Jacob un linaje,

y de Judá un heredero de mis montes;

mis escogidos los tomarán en posesión,

y habitarán allí mis siervos.

10
10. Sarón se llamaba la llanura situada al norte de Jafa. El valle de Acor está cerca de Jericó, al Este. Ambas regiones, que simbolizan la fertilidad, representan toda la Tierra Santa.
Sarón será un prado para rebaños,

y el valle de Acor un lugar de reposo

para el ganado de mi pueblo que me busca.

11
11. Vuelven aquí, hasta el versículo 15, las amenazas a Israel, alternadas siempre con las promesas. Mi santo monte: Sión. Fortuna y Destino, en hebreo Gad y Mení, personificaciones idolátricas. En vez de poner su confianza en el Señor, esperaban prosperidad a la manera de los paganos que ponían ofrendas en la mesa de Fortuna.
Mas a vosotros, que abandonáis a Yahvé,

que os olvidáis de mi santo monte,

que aparejáis una mesa a (la diosa) Fortuna

y llenáis la copa para el Destino,

12
12. No escuchasteis: “Ved, dice San Gregorio Magno, el endurecimiento de los judíos que no reconocen aún a Jesucristo por Mesías a pesar de las profecías que leen cada día y de los milagros que tuvieron lugar. Los elementos insensibles reconocieron a su Autor, y el corazón de los judíos, más duro que las peñas, no quiso reconocerlo, y no han querido hacer penitencia.”
os destinaré a la espada,

y todos os encorvaréis para ser degollados.

Porque Yo llamé y no respondisteis,

hablé y no escuchasteis,

hicisteis lo que era malo a mis ojos,

y elegisteis lo que Yo aborrecía.”

13Por eso, así dice Yahvé el Señor:

“He aquí que mis siervos comerán,

y vosotros tendréis hambre;

he aquí que mis siervos beberán,

y vosotros tendréis sed;

he aquí que mis siervos se alegrarán,

y vosotros quedaréis avergonzados.

14He aquí que mis siervos

cantarán en la felicidad de su corazón,

más vosotros clamaréis lleno de dolor el corazón,

y aullaréis en la desesperación de vuestra alma.

15
15. Martini cree ver aquí el anuncio del baldón que había de caer sobre el nombre judío después del sacrificio de Cristo. Véase Jeremías 24, 9. Otro nombre: alude quizás al nombre de cristianos, mencionado en Hechos de los Apóstoles 11, 26. Los comentaristas modernos se apartan de esta interpretación y solo se refieren a 62, 2. Véase la nota.
Dejaréis vuestro nombre

como imprecación para mis escogidos,

pues Yahvé, el Señor, acabará contigo,

y a sus siervos les dará otro nombre.

16
16. El Dios Amen: El Dios de la verdad y fidelidad (véase Apocalipsis 3, 14). Recuérdese la expresión usual del Señor Jesús: “Amen dico vobis: en verdad os digo”, como fórmula de juramento, que el Evangelio de San Juan trae siempre duplicada: “Amén, Amén”. Quedarán olvidadas: Véase 42, 18 s.
Quienquiera se bendijere en la tierra,

se bendecirá en el Dios Amén

y quien jurare en la tierra,

jurará por el Dios Amén,

porque las angustias pasadas quedarán olvidadas

no estarán más ante mis ojos.

Nuevos cielos y nueva tierra

17
17 ss. Voy a crear nuevos cielos y nueva tierra: Cuadro maravilloso de una nueva plasmación del universo. Enfocando nuestra vida desde las últimas cosas, que son la resurrección y la vida eterna con cuerpo y alma, le damos un firme fundamento, porque las últimas cosas son en la balanza de Dios las primeras. Sobre ellas debe fundarse nuestra fe en el más allá, todo lo que la Iglesia nos manda creer sobre el cielo y el infierno, la contemplación del Dios Trino, y la glorificación de este cuerpo mortal. Cuidémonos de “espiritualizar” estas tan grandes verdades o diluirlas en alegorías y metáforas poéticas. Ya San Agustín combate contra estas opiniones espiritualizantes que destruyen la valiosa esperanza de toda la fe cristiana, “la bienaventurada esperanza”, como la llama San Pablo (Tito 2, 13). Véase 11, 6-9; 30, 23-26; 43, 19 ss.; 51, 6 y 16; 66, 22. En II Pedro 3, 13 y Apocalipsis 21, 1 ss. se repite el anuncio con las mismas palabras. Véase también Apocalipsis 21, 5 y la profecía de Ageo 2, 7, reiterada por San Pablo en Hebreos 12, 26. Cf. Romanos 8, 21.
Porque he aquí que voy a crear

nuevos cielos y nueva tierra;

de las cosas anteriores no se hará más mención,

ni habrá recuerdo de ellas.

18Alegraos y regocijaos eternamente

por lo que voy a crear;

porque he aquí que voy a crear a Jerusalén (para que sea) alegría

y a su pueblo (para que sea un) gozo.

19Me regocijaré en Jerusalén,

y hallaré mi gozo en mi pueblo;

y no se oirá más en ella

voz de llanto ni de lamento.

20
20. Este verso se ha traducido de diversas maneras. Bover-Cantera vierte: Ya no habrá allí mamoncillo de pocos días, ni anciano que no haya cumplido su vida; antes bien, el joven morirá centenario, y el pecador será de cien años alcanzado por la maldición. “La idea de esta profecía es la del retorno a la inocencia patriarcal, o más bien a la inocencia primitiva mucho más perfecta” (Le Hir). Fillion la llama “la edad de oro mesiánica” y hace notar que “la longevidad patriarcal reaparecerá”. Jünemann dice: “Será la longevidad y dicha del paraíso.” Véase Salmos 89, 10 y nota; Zacarías 8, 4. Suele interpretarse este texto también en el sentido de llegar a viejo sin lograr la madurez del juicio y de la virtud. Pero, como observa el Cardenal Gomá, “el texto dice lo contrario; se trata de los tiempos felices del Mesías: en que tendrán los justos una longevidad feliz” (Biblia y predicación p. 273). Él profeta habla solamente de la longevidad; el último enemigo, la muerte (I Corintios 15, 26) será destruido después de la última rebelión de Satanás al fin de los tiempos (Apocalipsis 20, 14).
No habrá allí en adelante niño (nacido) para (pocos) días,

ni anciano que no haya cumplido sus días,

pues morir niño será morir a los cien años,

y el pecador de cien años será maldito.

21
21 ss. Promesas varias, reiteradas en otros pasajes. Gramática anota los siguientes en la Biblia Vaticana: Edificarán… y plantarán: cf. 62, 8 s.; Jeremías 31, 5; Amós 9, 14. Estirpe de benditos: cf. 61, 9. Ellos como sus hijos (versículo 23): “Delicioso detalle: las familias permanecerán intactas; completas, las diferentes generaciones; y las diversas generaciones y edades estarán siempre reunidas” (Fillion). Los habré escuchado (versículo 24): cf. 30, 19; 58, 9 (véase también las palabras de Jesús en Juan 16, 16-26). El lobo y el cordero (versículo 25): cf. 11, 6 ss. También los animales serán asociados a la felicidad de la humanidad santificada.
Edificarán casas, y habitarán en ellas;

plantarán viñas y comerán de su fruto.

22No edificarán para que habite otro,

ni plantarán para que otro sea el que coma;

porque como los días de los árboles serán los días de mi pueblo,

y mis escogidos consumirán (el fruto de) la obra de sus manos.

23No se fatigarán en vano,

y no darán a luz para muerte prematura;

porque estirpe de los benditos de Yahvé son,

así ellos como sus hijos.

24Antes que ellos clamaren, responderé,

y cuando ellos aún estén hablando,

ya los habré escuchado.

25El lobo y el cordero pacerán juntos;

el león, como el buey, comerán paja,

y la serpiente se alimentará con polvo;

no dañarán ni causarán muerte

en todo mi santo monte, dice Yahvé.
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