‏ Joshua 10

Cinco reyes sitian a Gabaón

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1. Nótese que aquí por primera vez sale en la Biblia el nombre actual de Jerusalén. En tiempos de Abrahán la ciudad se llamaba Salem (Génesis 14, 18). En los siglos xv y xiv a. C. su nombre era Urusalim, como se desprende de las tablillas de Tell el-Amarna, y su rey llevaba el nombre de Abdijiba o Putijiba. El nombre hebreo de Jerusalén termina en dual, de lo que se deduce que desde antiguo se componía de dos ciudades: la baja y la alta (Jebús). El sentido de este nombre ilustre, que designa a lo que Cristo llamó, como David, “La ciudad del Gran Rey” (Salmo 47, 3; Mateo 5, 35) es: Ciudad de Paz.
Cuando Adonisédec, rey de Jerusalén, oyó que Josué había tomado a Hai y ejecutado en ella el anatema, haciendo con Hai y su rey como había hecho con Jericó y su rey, y que los habitantes de Gabaón habían hecho paz con Israel y vivían en medio de ellos,
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2. Gran temor: Cf. Éxodo 15, 15; Deuteronomio 11, 25.
le sobrecogió gran temor; pues Gabaón era una ciudad grande, como una de las ciudades reales, y más grande que Hai y todos sus hombres eran valientes.
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3. Las ciudades mencionadas se hallan al Sur y Sudoeste de Jerusalén. Allí está también Guécer (versículo 33).
Por lo cual Adonisédec, rey de Jerusalén, envió a decir a Hoham, rey de Hebrón; a Param, rey de Jarmut; a Jafía, rey de Laquís, y a Dabir, rey de Eglón:
4“Subid aquí y ayudadme para derrotar a Gabaón; porque ha hecho paz con Josué y con los hijos de Israel.” 5Se juntaron y subieron los cinco reyes de los amorreos, a saber, el rey de Jerusalén, el rey de Hebrón, el rey de Jarmut, el rey de Laquís y el rey de Eglón, ellos y todas sus tropas, y acamparon cerca de Gabaón haciéndole guerra.

6Entonces los hombres de Gabaón enviaron a decir a Josué, que estaba en el campamento de Gálgala: “No abandones a tus siervos; sube presto; líbranos y danos socorro; porque se han juntado contra nosotros todos los reyes de los amorreos que habitan en la montaña. 7Luego Josué subió de Gálgala, él y toda su gente de guerra y todos los valientes. 8Y dijo Yahvé a Josué: “No los temas; porque los he entregado en tu mano; ningún hombre de ellos podrá resistir ante ti.” 9Se echó Josué sobre ellos de repente, después de una marcha nocturna desde Gálgala. 10Y Yahvé los llenó de consternación delante de Israel, de modo que Israel les infligió una gran derrota en Gabaón; y persiguiéndolos por el camino de la subida de Betharán, los derrotó hasta Asecá y hasta Maquedá. 11
11. Grandes piedras, esto es granizo, semejante al que sobrevino sobre los egipcios (Éxodo 9, 24), o al que contribuyó a la victoria de Samuel sobre los filisteos (I Reyes 7, 10). Véase Eclesiástico 46, 6; Apocalipsis 8, 7; 16, 21.
Y mientras iban huyendo delante de Israel en la bajada de Betharán, Yahvé hizo caer sobre ellos desde el cielo grandes piedras, hasta Asecá, y así murieron. Fueron más los muertos por las piedras de granizo que los muertos por la espada de los hijos de Israel.

Milagro en favor de los israelitas

12Entonces, el día en que Yahvé entregó a los amorreos en las manos de los hijos de Israel, habló Josué a Yahvé y dijo en presencia de Israel:

“¡Sol, detente sobre Gabaón,

y tú, luna, en el valle de Ayalón!”

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13. El sol se detuvo: Para expresar el hecho milagroso, el autor sagrado habla según las apariencias. No le importa cómo Dios suspende por algún tiempo el curso de los astros. De todas maneras hay que sostener que se trata de un milagro (cf. Eclesiástico 46, 5; Isaías 28, 21), por lo cual no satisfacen las explicaciones que le quitan ese carácter. Los que fundan su interpretación sobre las apariencias meteorológicas insinúan que tal vez la nube de granizo haya ocultado al sol como en un ocaso, o que se haya dado un fenómeno de refracción solar sobre la nube de granizo, o algo semejante. El libro del Justo (Vulgata: el libro de los Justos), que Josué cita, era probablemente una colección de canciones. El mismo libro se cita en II Reyes 1, 18. Cf. Números 21, 14, donde se cita un libro semejante. Ambos escritos se han perdido.
Y el sol se detuvo, y se paró la luna, hasta que el pueblo se hubo vengado de sus enemigos. ¿No está esto escrito en el libro del Justo? Se paró el sol en medio del cielo, y no se apresuró a bajar casi un día entero.
14No hubo ni antes ni después día como este en que Yahvé obedeciera a la voz de un hombre; pues Yahvé peleaba por Israel. 15Después volvió Josué, y todo Israel con él, al campamento de Gálgala.

Muerte de los cinco reyes amorreos

16Aquellos cinco reyes habían huido y se hallaban escondidos en la cueva de Maquedá. 17Y fue dado a Josué esta noticia: “Han sido hallados los cinco reyes, escondidos en la cueva de Maquedá.” 18Respondió Josué: “Rodad grandes piedras a la entrada de la cueva, y colocad hombres junto a ella, para guardar a los reyes; 19mas vosotros no os detengáis; perseguid a vuestros enemigos, hostigando su retaguardia; no los dejéis entrar en sus ciudades, pues Yahvé, vuestro Dios, los ha entregado en vuestras manos.”

20Cuando Josué y los hijos de Israel les hubieron infligido una derrota muy grande hasta exterminarlos —solamente algunos habían podido escapar y entrar en las ciudades fortificadas— 21
21. Véase Éxodo 11, 7.
se volvió todo el pueblo en paz a Josué, al campamento de Maquedá, sin que nadie moviese su lengua contra los hijos de Israel.

22Dijo entonces Josué: “Abrid la entrada de la cueva y sacadme de allí a esos cinco reyes.” 23Lo hicieron así, y le sacaron de la cueva a los cinco reyes: al rey de Jerusalén, al rey de Hebrón, al rey de Jarmut, al rey de Laquís y al rey de Eglón. 24
24. Poned vuestro pie, etc.: Los vencedores acostumbraban poner el pie sobre el cuello de los vencidos, como se ve en los monumentos asirios. Cf. Salmo 109, 1; Isaías 26, 5 s.; Malaquías 4, 3; I Corintios 15, 25; Hebreos 2, 8.
Y cuando hubieron sacado a aquellos cinco reyes para presentarlos a Josué, llamó este a todos los varones de Israel y dijo a los jefes de los hombres de guerra que iban con él: “Acercaos y poned vuestro pie sobre el cuello de estos reyes.” Y ellos se acercaron y les pusieron el pie sobre el cuello.
25Y les dijo Josué: “No temáis ni os amedrentéis. Sed fuertes y valerosos; pues así hará Yahvé con todos vuestros enemigos, contra los cuales habéis de pelear.” 26
26. Los hizo colgar. Cf. 8, 29. El castigo corresponde a la ley marcial de entonces y al mandato de Dios de exterminar a los cananeos. Véase Deuteronomio 21, 23.
Después de esto, Josué los hizo herir y matar y colgar en cinco maderos; y en aquellos maderos quedaron colgados hasta la tarde.
27Al ponerse el sol, Josué los hizo bajar de los maderos, y los echaron en la cueva donde se habían escondido; y pusieron a la boca de la cueva grandes piedras (que se ven) hasta el día de hoy.

Las ciudades del sur

28Aquel mismo día tomó Josué a Maquedá y la pasó a filo de espada, juntamente con su rey, consagrándola al anatema con todas las almas que había en ella, sin dejar quien escapase; e hizo con el rey de Maquedá lo mismo que había hecho con el rey de Jericó.

29De Maquedá pasó Josué, y con el todo Israel a Libná, e hizo guerra contra Libná. 30Y Yahvé la entregó, junto con su rey, en manos de Israel; y la pasó a filo de espada, con todas las almas que había en ella, sin dejar allí quien escapase; e hizo con su rey lo mismo que había hecho con el rey de Jericó. 31De Libná pasó Josué, y con él todo Israel, a Laquís; acampó delante de ella y la atacó. 32Y Yahvé entregó a Laquís en manos de Israel, que la tomó al segundo día, y la pasó a filo de espada, con todas las almas que había en ella, exactamente como había hecho con Libná.

33Entonces subió Horam, rey de Guécer, para socorrer a Laquís; pero Josué derrotó a él y a su pueblo, hasta no dejarle gente que escapase. 34De Laquís pasó Josué, y con él todo Israel, a Eglón; la sitiaron y la atacaron. 35La tomaron aquel mismo día y la pasaron a filo de espada, ejecutando en ese día el anatema en todas las almas que había en ella, exactamente como él había hecho con Laquís.

36De Eglón subió Josué, y con él todo Israel, a Hebrón, y la atacaron. 37Tomáronla y la pasaron a filo de espada, con su rey y con todas sus ciudades, y con todas las personas que había en ella, sin dejar quien escapase, exactamente como había hecho con Eglón. Ejecutó el anatema en ella y en todas las almas que había en ella.

38Después Josué, y con él todo Israel, se volvió contra Dahir y la atacó. 39La tomó con su rey y todas sus ciudades, pasándolas a filo de espada y ejecutando el anatema en todas las almas que en ella había sin dejar quien escapase. Hizo con Dabir y con su rey lo mismo que había hecho con Hebrón y como había hecho con Libná y su rey.

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40. Négueb: región meridional de Palestina. Sefelá: la llanura entre las montañas de Judá y el Mediterráneo.
Así batió Josué todo el país: la montaña, el Négueb, la Sefelá y las vertientes, con todos sus reyes, sin dejar quien escapase, y consagrando al anatema todo ser viviente, como lo había mandado Yahvé, el Dios de Israel.
41Los batió Josué desde Cadesbarnea hasta Gaza, todo el país de Gosen hasta Gabaón. 42
42. En las ruinas de Tell el-Amarna se han encontrado cartas en que esos pueblos piden auxilio al Faraón contra la invasión de los Habiri, que probablemente son idénticos con los hebreos.
Josué tomó a todos estos reyes con sus territorios en una sola expedición, porque Yahvé, el Dios de Israel, peleaba por Israel.
43Después volvió Josué, y con él todo Israel, al campamento de Gálgala.
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