Joshua 6
Toma de Jericó
1 ▼▼1 ss. Las ciudades cananeas eran muy pequeñas. Jericó tenía un perímetro de solo 778 metros, o sea, un poco más que la Basílica de San Pedro de Roma. Su fortaleza consistía en su enorme muralla que “le permitía esperar con toda tranquilidad cualquier ataque, aun de sitiadores más expertos que los israelitas” (Ricciotti). Como demuestran las excavaciones realizadas por Sellin y Garstang, Jericó estaba rodeada de murallas en doble cordón, una de las cuales tenía 8-9 metros de alto por 3-4 de ancho, de manera que la ciudad era un baluarte inexpugnable. Agréguese a ello que los israelitas no poseían armas ni instrumentos para tomar una fortaleza. La caída de Jericó no se puede explicar sino por la intervención de Dios. Él es quien toma la ciudad, para manifestar su poder y enseñarnos que fortalezas y armas, y otros inventos de la sabiduría humana, son una nada ante el sonido de sus trompetas, “porque escrito está: Destruiré la sabiduría de los sabios, y anularé la prudencia de los prudentes” (I Corintios 1, 19; cf. II Corintios 10, 4 s.). El dar vuelta a la ciudad con el Arca tenía solamente carácter simbólico. El pueblo había de reconocer que el derrumbamiento de las murallas no era obra de los hombres sino de Dios. Por eso San Pablo explica este asombroso triunfo como obra de la fe (Hebreos 11, 30).
Jericó tenía bien atrancadas las puertas por miedo a los hijos de Israel; nadie podía salir ni entrar. 2Entonces dijo Yahvé a Josué: “Mira, Yo he entregado en tus manos a Jericó y su rey y sus valientes de guerra. 3Dad una vuelta a la ciudad haciendo un giro en torno a ella, todos los hombres de guerra. Así haréis por seis días, 4llevando siete sacerdotes siete trompetas de cuernos de carnero delante del Arca. Mas al día séptimo daréis la vuelta a la ciudad siete veces y los sacerdotes tocarán las trompetas. 5 ▼▼5. Sonidos más continuados: Vulgata: la voz de la trompeta más larga e interrumpida.
Y cuando ellos saquen del cuerno de carnero sonidos más continuados, y vosotros oigáis su sonido, todo el pueblo gritará con grande algazara, y se derrumbara la muralla de la ciudad, y subirá el pueblo cada uno por la parte que tenga delante.” 6 ▼▼6. Trompetas de cuerno de carnero: Vulgata: Trompetas del jubileo, es decir, las trompetas que se usaban para anunciar el año del jubileo (Levítico 25, 9).
Entonces llamó Josué, hijo de Nun, a los sacerdotes y les dijo: “Llevad el Arca de la Alianza, y siete sacerdotes vayan con siete trompetas de cuerno de carnero delante del Arca de Yahvé.” 7Al pueblo le dijo: “Pasad y dad vuelta a la ciudad; y los hombres armados marcharán delante del Arca de Yahvé.” 8Luego que Josué hubo dado esta orden al pueblo, los siete sacerdotes con las siete trompetas de cuerno de carnero marchaban delante de Yahvé y comenzaron a tocar las trompetas, mientras el Arca de la Alianza de Yahvé seguía tras ellos. 9Al frente de los sacerdotes que tocaban las trompetas marchaban los hombres armados, y el resto del pueblo iba tras el Arca. Y mientras caminaban resonaron las trompetas. 10Josué había mandado al pueblo, diciendo: “No gritéis, ni dejéis oír vuestra voz, ni salga de vuestra boca palabra alguna hasta el día en que yo os diga: ¡Gritad! Entonces gritaréis.” 11Hizo que el Arca de Yahvé diera la vuelta a la ciudad, rodeándola una sola vez; y volviéndose al campamento pasaron allí la noche. 12Al día siguiente Josué se levantó muy temprano, y los sacerdotes llevaron el Arca de Yahvé. 13 ▼▼13. Nótese el frecuente empleo del número sagrado siete en este relato que abarca siete días y siete vueltas al séptimo día, con siete sacerdotes portadores de siete trompetas.
Los siete sacerdotes que llevaban las siete trompetas de cuerno de carnero marchaban delante del Arca de Yahvé, tocando las trompetas. Los hombres armados iban delante de ellos, y el resto del pueblo seguía tras el Arca de Yahvé, y durante la marcha resonaban las trompetas. 14Asimismo dieron una vuelta a la ciudad el segundo día y se volvieron al campamento. Eso mismo hicieron por seis días. 15Al séptimo día se levantaron muy temprano, al despuntar el alba, y de la misma manera dieron siete veces la vuelta a la ciudad; solo aquel día dieron la vuelta a la ciudad siete veces. 16Y cuando a la séptima vez los sacerdotes tocaron las trompetas, dijo Josué al pueblo: “¡Gritad, pues Yahvé os ha entregado la ciudad! 17 ▼▼17. Anatema significa destrucción completa; es decir muerte de los habitantes y de los ganados, y destrucción de todo lo demás. Quien se apoderaba de alguna cosa anatematizada, se tornaba, él mismo, anatema.
Y será la ciudad anatema para Yahvé, ella, y cuanto hubiere en ella. Solamente Rahab, la ramera, vivirá, ella y todos los que se hallen con ella en su casa, por cuanto escondió a los exploradores que habíamos enviado. 18Pero guardaos bien de lo consagrado al anatema, no sea que apropiándoos cosa alguna consagrada al anatema, os hagáis anatema, y hagáis anatema también el campamento de Israel y lo llevéis a la perdición. 19Toda la plata, todo el oro, y todos los objetos de bronce y de hierro, serán consagrados a Yahvé y han de entrar al tesoro de Yahvé.” 20 ▼▼20. Esto se nos recuerda en II Macabeos 12, 15. Las excavaciones recientes comprueban que los muros cayeron hacia afuera, aunque sin duda se exceptuaba la casa de Rahab, que estaba en el muro (2, 15). Cf. Levítico 27, 28 y nota. No es necesario recurrir a un terremoto, como lo hacen Haupt y otros modernos, puesto que el derrumbamiento de los muros se realizó cuando el pueblo levantó el grito y resonaron las trompetas, conforme a lo predicho en el versículo 5.
Entonces el pueblo levantó el grito, y resonaban las trompetas. Y cuando el pueblo oyó el sonido de la trompeta, comenzó a gritar con grande algazara, y se derrumbó la muralla, y el pueblo subió a la ciudad, cada uno por la parte que tenía frente a sí, y tomaron la ciudad. 21Y consagraron al anatema cuanto había en la ciudad, hombres y mujeres, niños y viejos, bueyes, ovejas y asnos. Rahab es salvada
22Entonces Josué dijo a aquellos dos hombres que habían explorado el país: “Entrad en casa de la ramera y sacad de allí a la mujer con todos los suyos, conforme se lo jurasteis.” 23 ▼▼23. Véase Hebreos 10, 31, donde el autor sagrado nos dice que Rahab fue salvada por haber recibido en paz a los exploradores. “El hilo colorado (cf. 2, 18) que era la señal de que su casa tenía que ser salvada, es figura de la pasión del Señor, por la cual los hombres se salvan de la perdición” (Zschokke- Dóller).
Entraron los jóvenes, los espías, y sacaron a Rahab, a su padre, a su madre, a sus hermanos y a todos los suyos. Sacaron a todos los de su familia y los metieron en un lugar fuera del campamento de Israel. 24Después abrasaron la ciudad con cuanto en ella había, menos la plata y el oro y los objetos de bronce y de hierro, que pusieron en el tesoro de la Casa de Yahvé. 25 ▼▼25. Tenemos aquí una importante noticia sobre el tiempo de la composición del Libro de Josué. Fue compuesto mientras vivía aún Rahab y su familia.
Mas conservó Josué la vida a Rahab la ramera y a la casa de su padre y a todos los suyos. Ella habita en medio de Israel hasta el día de hoy por haber ocultado a los mensajeros que Josué había enviado para espiar a Jericó. Josué maldice la ciudad
26 ▼▼26. Se cumplió la maldición de Josué en tiempos del impío rey Acab, cuando Hiél de Betel reedificó la ciudad sacrificando a sus propios hijos (III Reyes 16, 34).
En aquel tiempo juró Josué diciendo: “¡Maldito ante Yahvé sea quien se atreva a reedificar esta ciudad de Jericó! Al precio de su primogénito eche los cimientos de ella y a costa de su hijo menor coloque sus puertas.” 27De esta manera acompañó Yahvé a Josué, y su fama se divulgó por todo el país.
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