Wisdom of Solomon 2
Los impíos niegan la vida eterna
1 ▼▼1 s. Admiremos esta conversación de los impíos, típica de los ateos de todos los tiempos. No hay consuelo, etc. En griego: no hay remedio (contra la muerte).
Dijeron entre sí, discurriendo sin juicio: “Corto y lleno de tedio es el tiempo de nuestra vida; no hay consuelo en el fin del hombre; ni se ha conocido nadie que haya vuelto de los infiernos. 2Hemos nacido de la nada, y pasado lo presente seremos como si nunca hubiésemos sido. La respiración de nuestras narices es humo, y el habla como una chispa, con la cual se mueve nuestro corazón. 3 ▼▼3. Véase Eclesiastés 12, 7 y nota.
Apagada que sea, quedará nuestro cuerpo reducido a ceniza; y el espíritu se disipará, cual sutil aire. Se ha de desvanecer nuestra vida; como una nube que pasa; y desaparecerá, como niebla herida de los rayos del sol y oprimida de su calor. 4Caerá en olvido con el tiempo nuestro nombre, sin que quede memoria de nuestras obras. 5 ▼▼5. Porque queda puesto el sello: esto es, queda cerrado (Job 14, 17; Daniel 6, 17; Apocalipsis 20, 3). La amargura de todo este lenguaje hiere hasta el fondo el Corazón paternal de Dios (Salmo 102, 13), porque es como decirle que Él no ha sido capaz de darnos cosa mejor; Él, que nos predestinó para ser iguales a su amantísimo Hijo. Véase Romanos 8, 29; Efesios 1, 5.
Porque el tiempo de nuestra vida es una sombra que pasa; ni hay retorno después de nuestra muerte; porque queda puesto el sello, y nadie vuelve atrás. Los impíos corren tras los placeres
6 ▼▼6. y siguientes. Es el “gaudeamus igitur”; consecuencia de la impiedad que no conoce los bienes celestiales. “El sensualismo epicúreo es la consecuencia lógica del materialismo filosófico y del pesimismo existencialista” (Bover-Cantera). Véase Isaías 22, 13; 56, 12; I Corintios 15, 32.
Venid y gocemos de los bienes presentes; apresurémonos a disfrutar de las creaturas, como en la juventud. 7Llenémonos de vinos exquisitos, y de olorosos perfumes, y no dejemos pasar la flor de la edad. 8 ▼▼8. Coronémonos de rosas: ¿No es este acaso el sueño pagano con que muchos hemos envenenado nuestra juventud, so capa de cultura? No haya prado, etc. Es el ideal hedonista del don Juan, explotado por tantos poetas: “En todas partes dejé memoria amarga de mi” (Zorrilla).
Coronémonos de rosas antes que se marchiten; no haya prado por donde no pase nuestra intemperancia. 9Ninguno de nosotros deje de tomar parte en nuestra lascivia; dejemos por todas partes vestigios de nuestro regocijo, ya que nuestra herencia es esta, y tal nuestra suerte. El odio de los impíos al justo
10 ▼▼10. Otra consecuencia de la impiedad es el odio a los justos, cuya vida es una constante acusación contra la mala conducta de los impíos. Véase Salmos 34, 16; 36, 12; 111, 9 s. y notas.
Oprimamos al justo desvalido, no perdonemos a la viuda, ni respetemos las canas del anciano de muchos días. 11 ▼▼11. He aquí un antecedente de la “nueva moral” del “Evangelio de la fuerza”, que tiene tantos admiradores y hace tantos estragos entre los pueblos. Véase Salmo 67, 31.
Sea nuestra fortaleza la ley de la justicia; pues lo flaco de nada sirve. 12 ▼▼12. y siguientes Como observan gran número de los Padres, hay aquí una admirable profecía sobre la Pasión del Justo por excelencia, Jesucristo (Juan 7, 7). Es también un cuadro perfecto de lo que el mundo reprochará siempre a los amigos del Evangelio (Juan 15, 18-21; 16, 1 y siguientes). Oigamos al respecto la voz de un alma piadosa: “Nuestra sola presencia fastidia a los que son del mundo. También ellos son hijos de Dios y llevan en sí el soplo de Dios, el alma que aspira a unirse nuevamente con su Creador. También su alma anhela llegar a Dios, pero resisten a la voz que los llama, la hacen callar y viven a su modo, tranquilos, despreocupados. Pero hay una gota amarga en el cáliz de la alegría: la conducta de los justos, hoy diríamos, de los cristianos, es decir, de los verdaderos cristianos, que viven con Cristo. Nuestra conducta despierta en ellos la voz de la conciencia y les enseña cómo deberían ser. De ahí nace el odio del cual ya nos habló Jesús (Juan 15, 18 y 19). Nuestra paciencia los irrita, nuestro silencio los provoca y nuestro amor los confunde. Buscan hacernos caer para verse ellos mismos justificados y desean encontrar en nosotros faltas, las que les servirían de excusa. Instintivamente sienten en nosotros lo sobrenatural que quisieran negar: la vida de Cristo en nosotros. Se sienten humillados por nuestra virtud y por eso nos acusan de soberbia.”
Armemos lazos al justo, visto que él no es de provecho para nosotros, y que es contrario a nuestras obras. Nos echa en cara los pecados contra la ley; y nos desacredita, divulgando nuestra conducta. 13 ▼▼13. Véase versículo 15; 9, 7; 12, 19. Cf. Mateo 11, 27; Juan 7, 16; 15, 15; 20, 21, donde Jesús nos descubre que Dios es su Padre.
Protesta tener la ciencia de Dios, y se llama a sí mismo hijo de Dios. 14Se ha hecho el censor de nuestros pensamientos. 15No podemos sufrir ni aun su vista; porque no se asemeja su vida a la de los otros, y sigue una conducta muy diferente. 16 ▼▼16. Gente frívola: Crampón vierte: escoria, esto es, cosa falsa y adulterina.
Nos mira como a gente frívola, se abstiene de nuestros usos como de inmundicias, prefiere las postrimerías de los justos, y se gloría de tener a Dios por padre. 17Veamos ahora si sus palabras son verdaderas; experimentemos lo que le acontecerá, y veremos cuál será su paradero. 18 ▼▼18. Estas mismas palabras usaron contra Cristo los jefes del sacerdocio judío (Mateo 27, 43) y estaban anunciadas en el Salmo 21, 9.
Que si es verdaderamente hijo de Dios, Dios le tomará a su cargo, y le librará de las manos de los adversarios. 19 ▼▼19. Véase Isaías 50, 6; 53, 7; Jeremías 11, 19.
Examinémosle a fuerza de afrentas y tormentos, para conocer su resignación y probar su paciencia. 20 ▼▼20. La muerte más infame era la de la cruz, porque equivalía a ser “maldito de Dios” (Deuteronomio 21, 23). ¡Y Jesús aceptó por nosotros esa maldición! (Gálatas 3, 13).
Condenémosle a la más infame muerte; pues que según sus palabras será él atendido.” La muerte obra del diablo
21Tales cosas idearon, mas desatinaron, cegados de su propia malicia. 22No entendieron los misterios de Dios, ni esperaron la recompensa de la justicia; ni hicieron caso de la gloria de las almas santas. 23 ▼▼23. Dios creó: Véase Génesis 1, 27; 2, 7 y notas. Inmortal: palabra que sale muy pocas veces en el Antiguo Testamento. Hay que ponderarla, porque es un precioso testimonio de la inmortalidad del alma y de la vida eterna. En sentido cristiano la vida no es sino la preparación para la eternidad… “Aunque el tiempo rige nuestras obras, la eternidad debe, sin embargo, hallarse en nuestra intención” (San Gregorio). San Agustín señala los cuatro grados que conducen a la eterna bienaventuranza: la lectura, la meditación la oración y la contemplación. “Unid, dice el gran Santo, vuestro corazón a la eternidad de Dios, y seréis eternos con Él” (In Psalmo XCI). Cf. 3, 4.
Porque Dios creó inmortal al hombre, y le formó a su imagen y semejanza; 24 ▼▼24. Véase 1, 16 y nota. En Génesis 3, 3 Dios prohibió solamente el fruto que acarreaba la muerte. El diablo, por envidia, engañó a la mujer y por medio de esta movió a Adán a que desobedeciese a Dios, y con esto vino la muerte (Romanos 5, 12). Así se explica, además, ese tremendo misterio del poder que Satanás, no obstante ser impotente contra Dios (Juan12, 31; 14, 30; Lucas 10, 18; Apocalipsis 12, 7-12), tiene sobre este mundo, al punto de que Cristo le llama “príncipe” del mismo. Hubo una elección; el hombre, puesto entre el Reino del Padre, que le había dado todo, y el de Satanás, que no le daba nada, prefirió libremente creer a la víbora. Entró así bajo la potestad del diablo, que tiene sobre él un derecho de conquista (Juan 8, 44; Hechos de los Apóstoles 13, 10; II Pedro 2, 19). Desde entonces somos “hijos de ira” (Efesios 2, 3) y Satanás nos reclama como cosa propia (Lucas 22, 31; Job 1, 6 y siguientes). Solo el divino Padre, mediante la fe en Cristo, puede “librarnos de la potestad de tinieblas y llevarnos al Reino de su Hijo amadísimo, en el cual tenemos redención por su Sangre” (Colosenses 1, 12-14) Cf. Salmo 38, 12 y nota.
mas por la envidia del diablo entró la muerte en el mundo; 25 ▼▼25. Este versículo dice en el texto griego: la experimentan (la muerte) los que le pertenecen (al diablo).
e imitan al diablo los que son de su bando.
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