Zechariah 7
Respuesta a una consulta
1 ▼▼1. El mes de Casleu (o Kislev) corresponde a la luna de noviembre-diciembre.
El año cuarto del rey Darío llegó la palabra de Yahvé a Zacarías, el día cuarto del mes noveno, que es el mes de Casleu. 2Los de Betel habían enviado a Sarasar y a Rogommélec y a los hombres de este, para implorar el favor de Yahvé, 3 ▼▼3. Llorar y ayunar, para conmemorar la destrucción del Templo acaecida en el mes quinto del año 587 (IV Reyes 25, 8-9). Ahora que el Templo está reconstruido, preguntan: ¿qué valer tiene todavía el duelo y el ayuno?
y para preguntar a los sacerdotes que estaban en la Casa de Yahvé de los ejércitos, y a los profetas, lo siguiente: “¿Debo yo seguir la costumbre de llorar en el mes quinto, y ayunar como ya lo he hecho durante tantos años?” 4Entonces me llegó esta palabra de Yahvé de los ejércitos: 5 ▼▼5. Además del ayuno que hacían en el mes quinto (versículo 3) en memoria de la destrucción de Jerusalén, ayunaban el día trece del mes séptimo para recordar el asesinato de Godolías (Jeremías 41, 1-2).
“Responde a todo el pueblo del país y a los sacerdotes, diciendo: Cuando durante estos setenta años ayunasteis y plañisteis en el mes quinto y en el séptimo, ¿acaso ayunasteis para Mí? 6 ▼▼6 s. Vuestros ayunos no agradan al Señor, porque no provienen del espíritu de verdadero arrepentimiento ni producen enmienda en vuestra mala vida. Zacarías, como todos los profetas, se levanta contra las prácticas exteriores que habían ofuscado el espíritu de la Ley. Dios no se goza en vernos sufrir: lo que Él quiere son “sacrificios de justicia” (cf. Salmo 4, 6 y nota). Véase 8, 16-17; Isaías 1, 11 ss.; 58, 3 ss.; Jeremías 6, 20; Oseas 6, 6; 8, 13; 9, 4; Joel 2, 13; Amós 5, 24, etc. Négueb: la región meridional de Judea. Sefelá: la llanura filistea, entre Jafa y Gaza. Cf. Abdías 19.
Y cuando (ahora) coméis y bebéis, ¿no coméis y bebéis para vosotros mismos? 7¿No proclamó esto Yahvé ya por los profetas anteriores, cuando Jerusalén estaba habitada y vivía tranquila, con sus ciudades circunvecinas, y el Négueb y la Sefelá estaban poblados?” Justicia y misericordia
8Y llegó la palabra de Yahvé a Zacarías en estos términos: 9 ▼▼9 s. Admirable síntesis de la espiritualidad del Antiguo Testamento, representada principalmente por los profetas (Éxodo 22, 22; Deuteronomio 10, 19; Isaías 1, 17 y 23; Jeremías 5, 28; 7, 6; 21, 12; 22, 3; Ezequiel 22, 6 s.; Oseas 6, 6, etc.). El último de los profetas, San Juan Bautista, sintetiza la misma doctrina en Lucas 3, 8 ss., y Jesucristo la declara como propia suya y como signo por el cual el mundo puede conocer a sus discípulos (Juan 13, 35). Véase otra síntesis en 8, 16-17.
“Yahvé de los ejércitos habló de esta manera: Juzgad según la verdad y practicad la misericordia y la piedad cada uno para con su hermano. 10No oprimáis a la viuda, ni al huérfano, ni al extranjero, ni al pobre; ni maquinéis el mal en vuestros corazones contra vuestro prójimo. 11Pero ellos no quisieron escuchar; rebeldes volvieron la espalda y endurecieron sus oídos para no oír. 12Hicieron su corazón como un diamante, para no escuchar la Ley, y las palabras que Yahvé de los ejércitos les dirigía por su Espíritu por medio de los profetas anteriores; por eso fue grande la indignación de Yahvé de los ejércitos. 13 ▼▼13. No olvidemos esta fórmula de Dios, que es para todos los tiempos. Él puede llegar, en su misericordia insondable, al extremo de amar a quien no lo ama a Él. Así lo enseñó Jesús (Lucas 6, 35) y lo explicó San Juan (I Juan 4, 10). Pero ¿cómo puede Él escuchar a quien no quiere escucharlo? Véase Jeremías 7, 21 ss.; Juan 5, 40.
Y así como ellos no escucharon cuando Él llamaba, llamaron luego ellos y Yo no los escuché, dice Yahvé de los ejércitos; 14 ▼▼14. Los dispersé en castigo de sus pecados, como les amenazaron los profetas desde Moisés (Levítico 26, 33 ss.; Deuteronomio 28, 36 ss. Véase Ezequiel 37, 21 y nota). Tierra de delicias: Palestina, la tierra prometida. Cf. 2, 12 y nota; Salmo 105, 24; Jeremías 12, 10; Ageo 2, 8; Malaquías 3, 12, etc. Todavía recoge el viajero esa impresión de aridez en aquella tierra seca que había de manar leche y miel. Cf. Baruc 1, 20; Éxodo 3, 8; 13, 5; 33, 6, 3; 11, 9; 26, 9; 27, 3; 31, 20; Josué 5, 6; Jeremías 3; Levítico 20, 24; Números 13, 28; 14, 8; 16, 13; Deuteronomio 11, 5; 32, 22; Ezequiel 20, 6 y 15, etc.
antes bien los dispersé entre todas las naciones desconocidas de ellos, y tras ellos ha quedado desolado el país, por no haber gente que transite ni venga. Así convirtieron en un páramo la tierra de delicias.”
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